“Tocamos en el Olympia con un éxito total. Pero los franceses, que conocen muy bien mi obra, me hicieron una especie de planteo. ‘¿Qué le pasa Piazzolla? ¿Qué hace con este conjunto? El mundo está lleno de guitarras y bajos eléctricos, de sintetizadores y órganos. Así es uno más, pero con instrumentos acústicos usted tiene uno de los mejores conjuntos del mundo, vuelva al Quinteto’. Lo pensé y me dije: esta gente tiene razón. Yo soy Piazzolla, mi música tiene que ver con el tango. ¿Qué tengo que ver yo con la fusión jazz rock?", transcribía Natalio Gorin en su libro de conversaciones con el bandoneonista. Antes, había dicho a El expreso imaginario, refiriéndose a Emerson, Lake & Palmer, “ellos me impactan y me voy a casa a escribir. Pero no para repetir lo de ellos, sino para escribir lo mío. Eso me da ánimo”. El momento jazz-rock, en la biografía musical de Piazzolla, encarnó en las dos (o dos y un poco más) formaciones de un octeto pensado, inicialmente, como el grupo para tocar en vivo la música que venía grabando en Italia a partir de Libertango, de 1974. La primera de esas formaciones incluía a Antonio Agri en violín, Horacio Malvicino en guitarra eléctrica, Adalberto Cevasco en bajo eléctrico, Enrique Roizner en batería, Juan Carlos Cirigliano en piano, Santiago Giacobbe en órgano eléctrico y Daniel Piazzolla en sintetizador, además de Astor en el bandoneón, es claro (tal como se los ve en este video de calidad bastante pobre).
Después de una temporada en La Botonera, de Mar del Plata, el grupo se presentó en La Ciudad, en Buenos Aires, y con un reemplazo de instrumento e instrumentista: el saxofonista y flautista Arturo Schneider entró por Agri. El grupo tuvo un efecto notable en músicos como Luis Alberto Spinetta (que incluyó bandoneón en dos temas del que fue el último disco de Invisible, El jardín de los presentes) o los integrantes del entonces trío Alas (a partir de allí incluirían, también, bandoneón). Este octeto electrónico se separó, no obstante, en el medio del fracaso económico de una gira por Brasil y fue rearmado al poco tiempo por Daniel, a pedido de su padre, "con músicos más jóvenes, que no vengan del tango". Tomás Gubitsch en guitarra eléctrica, Ricardo Sanz en bajo eléctrico y Luis Cerávolo en batería eran la base. Daniel tocaba el sintetizador, los dos tecladistas eran Osvaldo Caló, ex integrante de Los desconocidos de siempre, en órgano eléctrico, y Gustavo Beytelman en piano y Chachi Ferreyra tocaba flauta y saxo. Sólo quedó una grabación de este grupo, realizada en el Olympia de París en 1977 y largamente inédita en la Argentina hasta su publicación como parte del cuarto volumen de la serie que reúne todas las grabaciones de Piazzolla para los sellos Philips y Polydor –que tuve el honor de curar – y en cuya restauración sonora hicieron milagros Roberto Sarfati y Diego Vila. El grupo fue finalmente vilipendiado por casi todos, piazzollianos o no, y empezando por el propio Piazzolla. Aquí, en un pequeño video de la televisión francesa –un verdadero hallazgo– puede entenderse la profunda injusticia de esa sub valoración: el piano de Beytelman, la guitarra del jovencísimo y genial Gubitsch y un Piazzolla con una energía y un control de su instrumento absolutamente paralizantes.
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