jueves, 2 de septiembre de 2010

Identidades


Sigo pensando en la Buenos Aires de los años cuarenta y cincuenta. Y pienso en mi propia familia. En mi madre descendiente de nobles ingleses y en mi padre hijo de inmigrantes judíos. En un noviazgo de barrio, en la época de la Segunda Guerra Mundial, tal vez imposible en otro lugar que no fuera esta ciudad. Pienso en mi padre pidiéndole a mi madre que no fuera más a nadar al Club Italiano porque habían colocado la bandera nazi sobre la pileta. En Pérez, el mozo republicano del Gran Visir a quien llegué a conocer cuando, mucho después, fuimos al mismo café con mis amigos. Pienso en eso, quizá, porque visité el Cementerio Británico; la tumba de los Hastings donde hace un año fue enterrado mi padre y hace quince años mi tío. Dos judíos descreídos o, sobre todo en el caso de mi padre, firmemente creyentes en la no existencia de ningún dios, albergados por una gigantesca cruz celta de piedra. Una cruz que, para mí, ha dejado de ser, hace tiempo, un símbolo religioso. Es, simplemente, mi familia. Una serie de nombres. Unas fechas. Unas historias.

1 comentario:

  1. Es, simplemente, mi familia. Una serie de nombres. Unas fechas.Una historia..."la nuestra"

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