lunes, 12 de marzo de 2012

Casi en secreto








Hablar de polémica sería excesivo. El tema interesa a muy pocos que, además, como en una obra de algún compositor admirado, se manifiestan en un rango que va  del pppp al ppp. Aun así, la apertura de la temporada lírica del Colón, el miércoles 14 de marzo, con la Pasión según San Marcos de Osvaldo Golijov, provoca irritaciones y pequeños –discretos– temblores en el pequeño –discreto– mundo de la música argentina de tradición escrita. Como suele suceder, lo que se discute (o lo que se discutiría) está lejos de corresponder a un solo tema y debería analizarse por separado. La primera cuestión atañe a la calidad o interés de la música de Golijov, y sería conveniente que se la abordara dejando a un lado su éxito y el posible resentimiento que el mismo pudiera generar en autores cuyas estéticas (obviamente elegidas por ellos mismos) son incapaces de concitar. Tampoco debería entorpecer la (posible) discusión el hecho de que Golijov –y su éxito– sea utilizado como bandera por quienes niegan el valor de muchas de las búsquedas estéticas más trascendentes de los últimos cien años, dado que no es él quien propugna esa postura. Con respecto a la obra de Golijov, resalta una paradoja interesante: un cierto oyente, que no tendría problemas en aceptarla como una música popular bastante sofisticada, se indigna ante su inclusión en el campo de la llamada música contemporánea. Los géneros (y los supragéneros, como las músicas de tradición escrita o de tradición popular), más allá de sus funciones comerciales –que, de todas maneras, ponen de manifiesto cuestiones rituales y sociales– señalan pactos de valor y de recepción. El género (y el conocimiento experto de sus leyes por un público entendido) funciona como un manual de instrucciones implícito. El hecho de que lo que se escuche sea un lied del romanticismo, una canción de rock, un blues o un tango determinará, por ejemplo, lo que se esperará del cantante. Pruébese intercambiar los nombres de Gardel, Janis Joplin, Fischer-Dieskau y Jim Morrison, imaginándolos cantar cada uno el repertorio de otro: es claro que lo que hace a cada uno de ellos un buen cantante es totalmente diferente en cada caso y tiene en cuenta las leyes del género. Golijov, en todo caso, problematiza la cuestión del género lo que, eventualmente, no es un gesto tanto menor que poner un mingitorio en una exposición de arte. Pero además, subyace allí, es decir en esa dificultad para incluir a Golijov en el campo de la "música contemporánea", un tema mucho menos abstracto: el de la primacia y la competencia por los subsidios y financiamientos a la creación. Y, hay que decirlo, esa primaciía es algo que a Golijov lo tiene sin cuidado. Al contrario de sus detractores, él no opina que haya, ni que debería haber, una sola manera de encarar la composición. Hace lo suyo, que puede o no gustar, pero no dice que es lo único que vale. Y hay una cuestión más, que, desde ya, excede al propio autor y que se relaciona con la programación de La Pasión en el Teatro Colón y con lo acertado o desacertado que pudiera resultar ese hecho, altamente excepcional por varios motivos. Por un lado, el Colón hace años (y esto no se limita a las gestiones de la era Macri) que no encarga obras a autores argentinos y, mucho menos, que recurra a ellos para la apertura de su temporada. Por otro, la obra elegida para abrir el abono de ópera, claramente no es una ópera, lo que merecería una reflexión, al menos por su rareza.

7 comentarios:

  1. Honestamente no conozco la obra pero no me parece atractiva como para abrir un temporada del Colón y si me parece convenientemente económica, ni que hablar en puesta, algo que a las claras me suena al Pro y al concepto de gastar lo menos posible en un teatro que jamás van a valorar o entender, ya que piensan que para lo que se ha creado es para hacer desfiles de alta costura, como hicieron hace unos días en el Salón Dorado.

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    1. Se ha recibido un mensaje anónimo y un tanto delirante acusando (¿De qué? ¿De la música de Golijov? ¿De su programación en el Colón?) al sionismo internacional. Tal vez se trate de un chiste que no supe entender. También es posible que quien lo escribió realmente lo crea. En cualquier caso es el tipo de comentario que, como mínimo, necesita una firma y, por lo tanto, no ha sido publicado.

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  2. La apertura de la temporada superó todas mis expectativas con La Pasión segun San Marcos, una obra mayúscula del SXXI, impecablemente interpretada. Si todo sigue así, por lo menos en lo artístico, vamos bien.

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  3. Apreciado Diego: Recientemente, la Pasión de Golijov fue interpretada en mi país, Colombia, durante el excelente Festival Internacional de Música de Cartagena. Aunque no pude asistir, sí noté cierta incomodidad por parte de un sector de la audiencia, específicamente por los elementos ajenos a la "gran tradición" incorporados en la obra. Un conocido crítico colombiano se refirió a la pieza así: "la recepción que le dio buena parte del público fue decididamente entusiasta, lo cual se explica por el clima musical de baile, congas y tambores que apeló a los sentimientos más primarios de los espectadores".
    ¿Siente usted que una obra con estos elementos pueda incorporarse algún día al canon? ¿Estaremos hablando de una avanzada radical del nacionalismo musical en la que las tradiciones populares no son simple inspiración, sino trasvase literal?
    Un abrazo.

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  4. Acabo de ver un video en You Tube de La pasión.. de 3 min.A ver, se me hace que un mix de la misa criolla de Ramirez con el "Latinismo" Santaolallezco todavía parece ser suficiente para conmover al europeo promedio. A este simple auditor argentino le gustaría un poco más de riesgo...solo un poco más.

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  5. Fui a ver la pasión y resistí 40 min. Más allá de la calidad de la obra, que como siempre, es subjetiva la interpretación, sí me pareció muy desacertado que un oratorio abriera la temporada lírica (cuando el Colón ya sea vía abono de filarmónica/orquesta estable/academia bach- por qué no- podría haberla incluido) sino que además, en el programa de mano, los editores jamás se dignaron en corregir que el compositor al cual Videla retrata es Osvaldo Golijov, y no Eduardo.
    Personalmente no me pude creer la traición al compás caribeño, sintiéndola más cercana a les luthiers que a una pasión. Y la inclusión de victor heredia (pero "afinado y piano", ojo, no como los barras de la cancha) como sincretismo cultural me pareció pobre por donde se la mire. Los indios del sur seguimos siendo exóticos con nuestros ritmos pero fieles con nuestras "correctas" creencias católicas, unos buenos- y un poco más refinados- salvajes...
    Que un latinoamericano sea incapaz de revertir esa lógica colonial me molesta. No sé si por esto diría que la obra es mala, aunque sí no creo que sea vanguardista. En todo caso, no me gustó.

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  6. lo poco que vi en Youtube de la obra, me dio, a ver... "vergüenza ajena"?

    Mariano I.

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