martes, 11 de agosto de 2009

Pop, psicodelia y happening

Por Fabián Lebenglik
(publicado originalmente en un dossier dedicado a los Beatles por Revista Clásica)

Mientras en 1956 se reúnen Lennon, McCartney y Harrison en Liverpool para tocar rock and roll -antes de que Los Beatles fueran Los Beatles-, el artista plástico Richard Hamilton (veinte años mayor que ellos) presenta en al galería Whitechapel de Londres la exposición "This is tomorrow", en la que, sin nombrarlo, se enuncia y anuncia el arte pop. "Descubrimos que teníamos en común una cultura vernácula -explicaba entonces Lawrence Alloway, el crítico de arte británico que definió el arte pop- a la que cualquiera podría acceder y que persiste por encima de los intereses particulares o habilidades artísticas, arquitectónicas, de diseño o de crítica. La zona de contacto era la cultura urbana de masas, la música, las películas, la ciencia ficción. Ninguno de nosotros sentía el rechazo reinante entre los intelectuales por la cultura comercial y masiva: la aceptábamos como un hecho. Era una cultura que atraía al hombre de la calle, a la gente no especializada y a la juventud".
Desde que Los Beatles surgieron como tales, a comienzos de la década del sesenta, guiados por el manejo estratégico de Brian Epstein, el trabajo sobre la imagen pública y privada fue un dato central de la carrera del grupo y de cada uno de sus miembros.
El cineasta Richard Lester condensó, en las dos películas que filmó con el grupo -A Hard Day's Night y Help!-, una enciclopedia visual de los Beatles a mediados de los sesenta.
El paso estético siguiente al pop es la psicodelia, entendida como la cultura pop pasada por el filtro alucinógeno, lo que da por resultado la alteración de la percepción por la vía química de la drogas.
Ese período se cifra en la película Yellow Submarine y en la adaptación de algunos aspectos de la cultura hindú, por la vía espiritual del gurú que vino de la mano de Harrison. Entonces los Beatles abandonan los recitales públicos y tanto la música como la imagen del grupo se vuelven mucho más elaboradas, a partir de 1966/67.
George Maciunas, un artista de origen lituano, fundador del grupo Fluxus, gran amigo de Lennon y de Yoko Ono, los presenta a ambos en 1966. Maciunas había creado Fluxus en Alemania a principios de la década del sesenta. Se trataba de un grupo internacional de artistas plásticos, que enmarcados en la genealogía dadaísta, se oponían radicalmente a la tradición académica. En marzo de 1961 Fluxus pasa a París y a Nueva York.
Las exposiciones y actividades de aquel grupo de vanguardia eran fundamentalmente variantes del happening, a través del cual se buscaba la participación activa del espectador y se luchaba contra la compartimentación técnica y genérica, combinando lo visual con lo musical, literario y escénico, en un contexto de espectáculo popular. Yoko Ono, que ya era una artista multimedia profesional conocida desde 1961, se une al grupo Fluxus. La influencia de Yoko fue central en la estética de Lennon y generó mucha resistencia en los demás Beatles. A partir de conocerla y de su fascinación con ella y su obra, John retomó el dibujo utilizando los pinceles que se usan en la técnica oriental sumi-e.
Pero Lennon no era un improvisado en cuestiones visuales. Las artes plásticas fueron el primer interés de Lennon. Comenzó a dibujar mucho antes que a tocar la guitarra. Cursó el prestigioso Liverpool Art Institute durante tres años (que fueron los años de formación de los Beatles: de 1957 a 1960). Y era el Beatle que tenía más clara conciencia estética y visual.
Cuando John conoció a Yoko quedó fascinado, varias de las obras de Ono, como el ajedrez blanco de 1966, o sus performances y películas, lo impactaron profundamente. Yoko Ono, antes de conocer Lennon, era compositora, cantante, poeta, performer, cineasta y videasta y mezclaba todas esas vertientes en happenings que exploraban los límites de cada una, transgrediéndolas.
Ella ayudó a John a presentar su primera exposición de dibujos en 1970, en Londres, porque a él, por ser un Beatle, le resultaba humillante ir a las galerías de arte para hacer una muestra, ya que los galeristas no le permitían hacer lo mismo que a cualquier otro artista. Además, le pedían que hiciera un recital en la sala y él no accedía a mezclar su música con la exposición de sus dibujos.
Aquella primera muestra fue escandalosa: la serie de dibujos en exhibición -lineales y libres, inspirados formalmente en la historieta y el dibujo animado, aunque de trazo económico y muy sugerente- evocaban a Yoko desnuda en diferentes poses y a la pareja teniendo sexo. Aunque los dibujos eran poéticos y nada pornográficos, Scotland Yard rodeó la galería porque había recibido denuncias de que allí se exhibían dibujos porno, y decidió confiscarlos bajo el cargo de obscenidad.
El concepto de happening, que le venía a John a través de Yoko, fue el que utilizó la pareja para hacer propaganda política y abogar por la paz.
El caso paradigmático fue la conferencia de prensa, por la paz, que ambos dieron desde la cama, en Amsterdam, en 1969.
En esa misma línea, tomando como eje temático la paz, Yoko Ono, vino a exponer sus obras "En-trance" y "Ex-it" en Buenos Aires, en 1998.
La propia "ceremonia final" de los Beatles, el recital que dieron en la terraza del edificio de su sello discográfico, Apple, fue una suerte de happening que ofrecieron para los desprevenidos transeúntes y para algunos incómodos policías.

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