martes, 26 de enero de 2010

Las sorpresas











Cada tanto digo que no. Que el disco imprescindible, el genial, el que cambió todo, es Revolver. Y en realidad podría remontarme a Rubber Soul o Beatles for Sale e incluso más atrás y no me faltaría razón. Pero ayer volví a escuchar Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Es, con seguridad, el disco que más veces oí en mi vida. Está entre aquellos (en realidad me sucede con todos los de los Beatles) en que el principio de una canción ya empieza a sonar en mi memoria cuando termina la anterior. Eso no es lo extraordinario. Lo extraordinario es que todavía escucho allí cosas que no había oído nunca. Es un disco, todavía, capaz de asombrarme. Y mientras lo oía en la versión Mono, ayer, con mi hija, recordaba (recuperaba) algo de la primera audición. El disco llegó a casa en septiembre del 67. Mi tío, Alberto, se lo regaló a mi padre para su cuadragésimo cumpleaños (mi padre apreciaría que pusiera cuadragésimo en lugar de cuarentaavo). Y cada vez que el disco terminaba lo volvíamos a poner. No era por fanatismo. Era para tratar de aprehender todo eso que sonaba. Es decir: en ese disco todo era nuevo. Uno no había escuchado nada parecido a Sgt. Pepper hasta que Sgt. Pepper existió. Uno no podía creer lo que pasaba en cada canción y quería volver a escucharla. Me acuerdo de mis preferidas, en ese entonces (en un disco en que es casi imposible descartar nada) y creo que siguen siendo las mismas: "Lucy in the Sky with Diamonds", "She's Leaving Home" y "A Day in the Life". Otras van y vienen en mi gusto: "Fixing a Hole", "Being for the Benefit of Mr. Kite", "Within You, Without You". La totalidad no es menos perfecta ni menos sorprendente que entonces.

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