El "Colón-Guernica"
"El aniilo de los nibelungos tiene dos columnas, la acción y lo filosófico. Yo busqué sacarle lo filosófico", dijo Cord Garben en la conferencia de prensa en la que se presentó la temporada 2012 del Teatro Colón, sin que ni a él ni a quienes lo rodeaban les temblara siquiera el labio inferior (una de las especialidades de Rodolfo Bebán, en sus buenos tiempos). Garben es el responsable del corte de la Tetralogía que la sala porteña estrenará el año próximo. Por un lado, existen diversas irregularidades menores –que delatan, no obstante, las características un poco chapuceras del negocio– como que su productora, Cecilia Scalisi, fuera quien reporteara en la Revista La Nación a la factótum del proyecto, Kattharina Wagner, y quien realizara el artículo exegético del espcctáculo (sin aclarar que es la productora) en el último número de la Revista Teatro Colón. Por otro, la adaptación, sus pormenores y la calidad y cuidado con que estaría realizada, obligan a discutir lo que no debería ser discutido nunca. ¿A alguien se le ocurre, por ejemplo, que el Guernica podría (o debería) cortarse porque sus dimensiones dificultan la exposición en salas chicas? ¿Es que acaso alguien podría plantear seriamente la reducción de En busca del tiempo perdido a un solo tomo, ya que su lectura es dificultosa para muchos? Es claro, si es posible un Wagner sin filosofía, también lo es un Guernica sin ideología o una Búsqueda del tiempo perdido sin reflexiones ni pensamientos que distraigan de la acción. Los argumentos de los defensores, por otra parte, no se sostienen. El tema abarca varias cuestiones y es conveniente analizarlas por separado. El primero es la necesariedad: dicen Gnrben, Wagner (bisnieta), García Caffi y Scalisi, en su doble papel de productora y propagandista encubierta, que esta adaptación permitirá la llegada del Anillo a teatros pequeños, o con problemas económicos, imposibilitados de programar la obra original. ¿Pequeños como el Colón, que es más grande que La Scala? ¿Pobres como el Colón, que tiene en este momento su presupuesto más alto de las últimas décadas? ¿Imposibilitados como el Colón, que no solo programó muchas Tetralogías en su historia sino que hizo de ésto una tradición propia? Es obvio. El Colón-Ring, como se ha bautizado al proyecto, no es necesario para el Colón.
El segundo punto es la deseabilidad. Dice Garben y quienes lo promocionan que históricamente los cortes de las obras han sido frecuentes, para adecuar las obras a gustos diversos. E insinúa por ahí que la penúltima jornada, Siegfried, prácticamente sobra. Los cortes, como Garben seguramente no ignora, se han realizado en óperas en las que los propios autores agregaban o sacaban arias y recitativos según las necesidades, los intérpretes de que dispusieran o las características de la recepción en determinadas ciudades o teatros (por ejemplo, el agregado de escenas de ballet en Orfeo ed Euridice, realizado por Gluck, para la representación parisina). Pero Wagner no es un operista de entretenimiento, como la mayoría de los autores de los siglos XVIII y XIX. En su concepción, que además suprime la alternancia de arias y recitativos, la estructura es fundamental. Y, como ya se ha dicho en una entrada anterior de este blog, referida al mismo tema, también resulta central la idea de la duración. Ni una ni otra son consecuencias de la obra: son la propia obra. La estructura y la duración de una ópera de Donizetti o Bellini pueden alterarse sin que cambie nada; en Wagner eso no sucede. Es decir que el corte, en este caso no es deseable. Podría aceptarse si fuera necesario pero eso, como se ha visto, tampoco sucede.
Obviamente, alguien tiene derecho a escribir su propia versión de cualquier obra: un Juicio Final sin Dios, una Náusea sin Roquentin, o un Citizen Kane donde se borre cualquier mención a "Rosebud" o se la reemplace por una palabra más significativa para el público actual, como "Messi", sin ir más lejos. O, es claro, un Anillo sin filosofía. Y, también, cualquiera tiene derecho a elegir esas versiones. A mí, por ejemplo, creo que me gustaría más la Sinfonía en Re, de Franck, sin su último movimiento. La pregunta es por qué, si no es ni necesario ni deseable (ni, posiblemente, correcto, desde el punto de vista del respeto al patrimonio de la humanidad), tal cosa debería ser promovida por el Estado.
Donald and Elon Pull Strings
Hace 4 horas
Conseguí un folletín que se llama "Lo mejor de La Biblia", que le saca toda esa cosa de Dios, Jesús y parábolas morales, y deja las anécdotas más divertidas.
ResponderEliminarYo creo que la regi se la deberían dar a Leonardo Favio, permitiéndole la inclusión de Perón para que en Europa sepan lo que fue la saga de nuestro pueblo. Después se puede dar en el canal encuentro que es re-cultural, y para que lo entiendan los chicos que ven Paka Paka podría rebautizarse como "Las aventuras de Samba en el país de los enanos alemanes".
ResponderEliminarJorge. Me parece que te confundiste de gobierno. El responsable de destinar los fondos públicos al Wagner-Lerú no parece particularmente interesado en la educación. Eventualmente si esta versión recortada no durara siete horas en una sola vez en vez de catorce repartida en cuatro –es decir que resultará más y no menos pesada para aquellos que rechazaban las minensiones wagnerianas– y estuviera destinada a recorrer escuelas y villas miseria, se trataría de un proyecto delirante pero guiado por un objetivo. Aquí el objetivo es invisible, más allá del negocio que pueda significar (además creo que será un negocio malo). No se entiende a quién está destinado. A los wagnerianos no los atraerá, a los antiwagnerianos tampoco y a quienes no se interesan en la ópera los dejará indiferentes o, a lo sumo, les llegarán sus ecos, en el caso de que haya algún escándalo o que la controversia exceda el mundito de la ópera y alcance el de la política. El gobierno del que se trata en este caso nada tiene que ver con Paka Paka. Su mundo estético está más cerca de Ricardo Fort que de Leonardo Favio, lo que tal vez no lo haga peor pero sí distinto.
ResponderEliminarNo estoy tan seguro de que Ricardo Fort esté tan lejos de Leonardo Favio o viceversa, Diego. Sé claramente que no es el gobierno de Encuentro y Paka Paka el del Colón, aunque tampoco estoy tan seguro de que, si nos atenemos a los resultados estéticos, sean tan diferentes unos de otros. Seguirá acá una argumentación de tu parte y, posiblemente, otra de la mía. Vos verás unas diferencias que no veo. Yo argumentaré. Vos refutarás. ¿Tendrá sentido la discusión?
ResponderEliminarNo refutaré. Los argumentos de uno y otro están expuestos.
ResponderEliminarNo esoty seguro de que mis argumentos estén expuestos, Diego. Si parte de tu argumentación tiene que ver con el despilafarro y con la mala administración de fondos públicos (y sabés que comparto ese punto de vista con vos), habría que hablar también de los 100.000 pesos por concierto que el gobierno, ya no de la ciudad, sino de la Nación, le paga a Teresa Parodi. También de la necesidad de oír a Juan Pablo Feinmann explicándonos la filosofía o a Ricardo Forster tomando café después de ver una entrevista con Bourdieu en Encuentro, tareas que, no nos olvidemos, pagamos todos. Para no hablar de los 40 mil pesos mensuales de María Seona en Radio Nacional o de los 60 mil pesos mensuales de Sandra Russo en sus diversos menesteres. ¿O es más sano para la moral saber que la mujer de Jorge Coscia recibe un crédito millonario del Instituto del Cine para filmar los amores de Perón y Evita? Todas esas –¿cómo llamarlas?– desprolijidades, ¿no están pagadas con dinero público? Y si bien el caso del Wagner enano del Colón es un mamarracho, ¿no merecerían todos estos otros mamarrachos una condena similar? Ahora, creo, mis argumentos también fueron expuestos.
ResponderEliminarÉrase un congreso de traumatólogos donde, cada vez que se mencionaba la articulación fémorotibial, alguien se sentía obligado a hablar de la importancia del esternocleidomastóideo. Curiosamente, cuando se hablaba de los músculos faciales, nadie mencionaba la rodilla (disciplina de autocontención que, desde ya, aquí se aprueba).
ResponderEliminarHola, Diego:
ResponderEliminarAcabo de leer tus reflexiones sobre el "Colón-Ring" y como aludís a la Revista Teatro Colón, a mi juicio inexactamente, uso como director de la publicación un módico derecho a réplica en relación estrictamente a ese tema.
La entrevista de Cecilia Scalisi está editada con un asterisco después de la firma que remite a una nota al pie donde se indica que la autora es "coordinadora" del proyecto, conforme la información de la dirección del Teatro. De modo que su participación en el emprendimiento nunca fue ocultada en la revista. Por otro lado, también encomendé otra nota a quien se opone radicalmente a este proyecto, como Pablo Bardin, que prefirió expresar su disenso a través de un recordatorio de las Tetralogías completas que se ofrecieron en el Colón. Me parece que esto es bastante más que lo que se le puede pedir a un "house organ"...
En cuanto a que Revista Teatro Colón sea "pagada con fondos públicos", esto es también inexacto, y te consta como colaborador que la revista no le cuesta un peso al Estado, puesto que sus costos son asumidos por la empresa Vocación SRL que la comercializa. Si bien el Colón cede su marca -existiendo la opción de que la misma casa la comercialice-, y esto quiere decir que renuncia a una utilidad, al mismo tiempo se cubre de posibles pérdidas, lo que en definitiva torna demasiado simple afirmar que esta Revista es sin más "pagada con fondos públicos."
Por último, en relación a la Sinfonía de Franck, en tren de disidencias, particularmente el momento que más me fascina sucede antes de la coda, cuando retorna el tema inicial de la "pregunta" en pianisimo, enunciado por las cuerdas. De modo que reivindico como versión ideal de esa Sinfonia sólo el último movimiento. Quedo a la espera de que los programadores de conciertos tomen esta idea que denominaré “Franck-Daniel”.
Un abrazo
Daniel Varacalli
Daniel. La mención a los fondos públicos fue retirada de esta entrada casi inmediatamente de su publicación (el día siguiente, si no me equivoco), a raíz de que el jefe de prensa del Colón me hiciera notar el error al que podía inducir su mención. Ignoro dónde la leíste pero aquí no está. De todas maneras, ya que se plantea la discusión, creo, tal vez esté equivocado, que se trata de una empresa mixta. El Colón sí paga el sueldo del director y, por supuesto, el capital de prestigio con el que la empresa vende publicidad lo aporta el Estado. Es decir, hay todo un aporte público que construye al Colón y que hace posible que una empresa privada compre esa marca (que es nuestra) y la utilice. De ahí que esa utilización no está exenta de ciertos deberes hacia el contribuyente. Incluso aquel contribuyente que no es abonado al Colón y no recibe la revista. Si es un house organ, no lo es de la empresa privada, en todo caso, sino del Colón, que es público y debería funcionar en consecuencia. En cuanto a la aclaración de que Cecilia Scalise estaba implicada comercialmente en el proyecto, no la ví. Pido las diculpas del caso pero entiendo que una edición más acorde con mi gusto debería haber colocado una bajada conjunta para todas las notas relacionadas y decir algo así como "a raíz de la programación de...(y no pido que allí se dijera ni siquiera la palabra "controvertida" o "polémica")... Revista Teatro Colón pidió a una de sus responsables comerciales y a un reconocido crítico del medio, sus opiniones etc, etc." De todas maneras, queda claro que no se trata de corrupción sino, a lo sumo, de criterios editoriales discutibles. En cuanto al Franck Daniel prefiero, en lo posible, el Jack Daniels.
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