domingo, 15 de mayo de 2011
Jíbaro qua, jíbaro la
Se anunció como si fuera una buena noticia. El Colón presentará un engendro, pergeñado en Alemania: la versión reducida (tampoco suficientemente reducida, si lo que se quería era algo realmente corto) de El anillo del nibelungo, la tetralogía de Richard Wagner. Pablo Gianera lo comentó en su blog y aquí y allá se pusieron diversos gritos en el cielo. La prueba de legitimidad de la nueva reducción (o "versión Buenos Aires", para parafrasear a quienes hace poco volvieron a componer una ópera que ya estaba compuesta, de manera distinta, por György Ligeti) es la firma en el proyecto de la actual directora del Festival de Bayreuth, Katherina Wagner, bisnieta del compositor. Si es una cuestión de derechos legales y autorizaciones, nada diré al respecto. Pero, ¿desde cuando el parentesco autoriza las mutilaciones de obras artísticas? ¿Es que acaso el nieto de James Joyce podría autorizar una versión del Ulises, contada en tercera persona –eso sí, sin signos de puntuación– y reducida a algo así como "Un hombre recorre una ciudad durante un día"? ¿El tataranieto del chozno de Miguel Angel podría decidir borrar a Dios en la Capilla Sixtina, para dar un sentido más democrático al fresco? Es decir, ¿puede alguien hacer un daño al patrimonio de la humanidad sólo por ser pariente? Y si los nietos, bismietos y demás descendientes de personajes como César Vallejo, John Coltrane o Henri Matisse fueran ignorantes que odiaran el arte en general y el de sus ancestros en particular y autorizaran los daños más espantosos a sus obras, ¿significaría algo, desde algún otro punto de vista que no fuera el legal? ¿No chocaría una norma más pequeña, la que rige los derechos de los herederos, con otra más general, la que protege el patrimonio de la humanidad? Al fin y al cabo, se vuelve a una cuestión ya comentada en alguna oportunidad. Nadie tiene dudas de que es un delito rajar a cuchilladas un cuadro (aunque lo haga la bisnieta del pintor). Pero con la música, por su propia naturaleza (¿cuál es el equivalente sonoro de un martillazo en la rodilla del David?) la cuestión es mucho más confusa y, además, no está legislada en absoluto.
En Wagner, la duración no es una consecuencia indeseada; es una política. Una decisión estética. Es más, en sus obras hasta es imposible la extracción de arias para ser incluidas en un recital. Salvo alguno de los preludios de sus óperas y la "Muerte de amor de Isolda", que Franz Liszt reescribió para piano, la obra de Wagner es absolutamente resistente a cualquier fragmentación. La Tetralogía es la que escribió Wagner. No es su tema. No son algunos de sus pasajes musicales. Es la totalidad. Es un universo construido por un megalómano cuya megalomanía definió su estilo. Puede no gustar. Puede parecer redundante (en efecto, a la manera de los folletines, cada una de sus partes resume lo anterior, lo que era necesario en una época en que casi todos eran estrenos y las obras no eran conocidas de memoria por mucho de su público). Puede ser imposible de montar para algunos teatros –también es imposible, para algunas personas, viajar a París, por ejemplo– pero una reducción a una versión de siete horas no sólo no es deseable, no sólo traiciona la obra (no sé si tendré bisnietos pero jamás querría una como Katherina) sino que tampoco soluciona aquello que ciertos empresarios del espectáculo ven como problemático. O es que alguien cree que una versión de siete horas será divertida y llevadera para quienes se aburren con Wagner. Ante negocios como éste debería recordarse, en todo caso, que el Colón es un teatro estatal, mantenido por los contribuyentes de Buenos Aires, y lo que le da sentido a ese sostén comunitario es, entre otras cosas, la defensa de un patrimonio universal. Si el Colón fuera otra cosa, si sólo se tratara de una sala de espectáculos regida por la lógica de los negocios, no habría ningún motivo para que fuera la ciudad en su conjunto la que lo mantuviera.
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Publicado por
diego fischerman
en
10:17
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uy, el tema es complicado, precisamente por lo apuntado acerca de la naturaleza de la música... Lo que sí me parece claro es que 1) no se daña el patrimonio de la humanidad, porque la walkyria Katharina no le impide a cualquier otro teatro del mundo hacer la versión completa del Anillo; 2) no se pretende afirmar que este es "el" anillo: el cambio de nombre parece una minucia, pero al menos es elocuente: "Ring-Kompakt" ya deja en claro que se trata de otra obra; 3) la cuestión familiar es secundaria respecto de otra: la rubia en cuestión es la directora artística de los Festivales Bayreuth y como tal puede proponer lo que se le antoje: incluso barbaridades como esta. Después deberá responder ante la reacción del público y la crítica, como todos los responsables artísticos de la obra que fuere, original o no.
ResponderEliminarLa discusión es, entonces, por qué debería el Teatro Colón "comprar" semejante propuesta. Y aquí tampoco estoy tan seguro de que haya que castigar tan duramente a la dirección actual (que, ni hace falta aclararlo, tantas críticas merece por otros aspectos de la gestión). Personalmente (y esto lo digo como wagneriano confeso, capaz de escuchar 24 horas de tetralogía, si las hubiera), me intriga esta propuesta y me gustaría verla. Desde ya, que yo tenga ganas de verla no justifica que el Colón deba hacerla. Salvando las distancias, el año pasado vino el Coro y la Orquesta de La Scala para hacer una Aída de concierto. A su modo, una versión de concierto es una versión "más barata" de una ópera. Y fue algo histórico, sobre todo por el nivel de quienes participaron, aunque de "barato" no tuvo nada... Si uno se queda sólo con el nivel artístico de esa propuesta, fue un éxito. Desde el punto de vista de la gestión, es otra cosa. Del mismo modo, aquí habría que separar los tantos:
...y entonces, distinguiría dos problemas: uno (más interesante, al menos para mí) es el de la obra y sus transformaciones. En ese sentido, me hace algo de ruido erigirnos en los guardianes del sacro legado de Wagner que sus deudos no saben preservar. El otro problema (más urgente), es qué tipo de propuestas está en condiciones de ofrecer el Teatro Colón, y a qué costo. Pero, insisto, no sé hasta qué punto esta segunda discusión exige un determinado tipo de respuesta a la primera.
Al David no se lo habrá golpeado en la rodilla pero si se hicieron mil reproducciones kitch que se venden hasta en los kioscos. Si le pasó a Miguel Angel, tambien le podía pasar a Wagner...
ResponderEliminar¿Esta será la version Kitch del Anillo del Libelungo?
Seguramente es una opcion mas adecuada para reproducir en los ringtones de celulares, no?
Me deja pensando....
Contesto, o comento, o sigo pensando. Tal vez fui un poco exagerado. De lo que se trata, finalmente, es de la cuestión de la autoría. Esta no sería más que una versión intervenida, un poco como Duchamp y su bigote en la Mona Lisa, más o menos interesante pero, claramente, no aquello que Wagner concibió. En tanto así se anuncie, como dice Gustavo, no hay estafa alguna. Tal vez, queda la pregunta de por qué un teatro como el Colón, obviamente capaz de hacer la Tetralogía, opta por esta versión y no por la original. Como si fuera un científico, elijo la hipótesis más sencilla y que explica una mayor cantidad de aspectos del fenómeno: negocios.
ResponderEliminar¡¡Cómo me gustaria encontrarme con aquél abonado que en 1967 al iniciarse el segundo acto de Sigfrido gritó con todas sus fuerzas durante el silencio que siguió a los aplausos de bienvenida al Director de la orquesta, Ferdinand Leitner, "queremos Wagner sin mutilaciones...! Se refería a los cortes habituales que se hacian en los teatros internacionales, excepto Bayreuth por supuesto. La anterior representación del ciclo completo del "Anillo" habia sido en 1962, y en ese 1967 se hicieron 24 funciones, 6 por cada jornada y prólogo. Al año siguiente 1968 se representaban "Los Maestros Cantores de Nüremberg, en razón de conmemorarse el centenario de su estreno en Munich, 1868. Yo era un teenager en aquellos tiempos pero le preguntaría ¿alguna vez imagino que NUNCA MAS veríamos una tetralogía completa en una misma temporada? o que pasarían TREINTA años, el centenario del teatro Colón y el Centenario de la muerte del compositor y JAMÁS volvería a ver a Hans Sachs arruinándole la serenata a Beckmeser??? Probablemente ese espectador haya fallecido y se evite conocer esta nueva "intención" -sin juzgarlo por este un evidente "rugido de ratón"- del actual Director del Colón que nos pide que lo juzguemos por sus resultados ¿¿?? y en cuanto a Katherina ¡que podemos decir! que no haya sido hecho o escrito cien años atrás: Guillermo II se hizo hacer para su coche una bocina con el motivo del trueno en El Oro del Rhin; "los hiperwagnerianos casi más irritantes que nuestros enemigos, gente que tenía en la punta de la lengua, de la noche a la mañana, citas de las obras de mi padre... por ejemplo conocimos a una Señora que cuando su marido se sonaba las narices ella exclamaba "War das sein Horn?" ("¿Era eso su cuerno?") -Recuerdos, 1923 Sigfrido Wagner- Saludos Mario R Lutz
ResponderEliminarUna explicación alternativa (o acaso complementaria) a la del negocio, es política: el Colón realmente no puede afrontar los costos de producción de la tetralogía de Wagner. En una ciudad que tiene el mayor presupuesto en dólares desde 1983, que subejecuta brutalmente ciertas partidas, y que acaba de invertir más de 100 millones en la refacción del teatro, esto suena extraño. A menos que no pueda afrontar la producción porque no tiene la capacidad de producción propia (artística y técnica) necesaria, y tampoco sabe cómo sacar provecho de la tercerización de al menos una parte de ella. Y porque la ciudad (y el país) carece, además, de una red de instituciones de donde proveerse de artistas y técnicos de buen nivel, a costos locales (que podrían enriquecerse, además, colaborando con artistas y técnicos internacionales) (tal vez los elementos existen, y lo que falta es fortalecerlos y articularlos?). Y falta, también, una política eficaz de promoción del teatro en general (en un sentido amplio, desde la educación musical escolar a las entradas en oferta) (la cesión a empresas patrocinantes de butacas que finalmente quedan vacías es casi lo contrario). Como no alcanza para comprar la obra hecha, compran una obrita. Dotar a la ciudad de la capacidad de producción para re-producir la obra aquí (la de Wagner y obras originales de artistas locales), es precisamente lo que no les interesa.
ResponderEliminarCompleto mi comentario anterior: coincido en que no hay nada objetable en la concepción de la versión kompakt, y que bien podría resultar interesante. Lo cierto es que el Colón ha dejado de aspirar a la tetralogía, y se conforma con la versión kompakt (nada impide, si uno tiene la capacidad de producción para la primera, hacer también la segunda).
ResponderEliminarGustavo FW sabrá responder: ¿la tetralogía es un objeto material, o solo está codificada en algunos de ellos? ¿el David es el mármol del que está hecho?
voy a mezclar un montón de cosas que en principio no tienen nada que ver, pero en una de esas sí...
ResponderEliminarPor estos días, el crítico de La Prensa cataloga la puesta de Sergio Renán de La flauta mágica en el Colón como "una traición al espíritu del genio de Salzburgo (artista de sello siempre tan puro)" (recontrasic). Dicho sea de paso, la pureza mozartiana, justo en La flauta mágica, se traduce en una misoginia irredimible y en campanitas mágicas que hacen bailar a los negros, mientras los blancos ingresan por las puertas de la sabiduría. Ya sé que el Iluminismo, el eurocentrismo, el Zeitgeist dieciochesco y blablablá, pero después resulta que el único nazi es Wagner (digo yo, ¿traicionaría Lars von Trier el espírtu mozartiano si hace una puesta de La flauta mágica?) Pero me estoy yendo por las ramas...
Menciono esto porque, en este caso extremo, se ve qué es lo que, al menos personalmente, más me molesta del affaire-Anillo: invocar el nombre de su creador como garantía de una supuesta pureza que sólo nosotros comprendemos, mientras el resto del mundo se revuelve en el fango de los negocios y la ignorancia. El Ring-Kompakt puede ser horrible, pero no es la muerte del arte, ni de Wagner, y ni siquiera del Anillo. Para retomar la comparación de Ignatius: no creo que el David sea solamente el mármol del que está hecho, pero sin el mármol no es nada. Si un loco lo rompe a pedazos, podríamos reconstruirlo, pero ya sería otra cosa (el aura de Bejamin y todo eso). La Tetralogía, en cambio (o cualquier otra obra musical, y más aún si es, además, teatro, como cualquier ópera), necesita que haya artistas que la interpreten. Se dirá: OK, pero que interpreten lo que escribió Wagner. Desde ya. Pero si quieren hacer otra cosa con eso que está escrito, no habría problema. De hecho, es lo que está haciendo Deutsche Grammophon (¿qué les pasa a los alemanes?) encargándoles a famosos DJs que "intervengan" célebres partituras. Está claro que se pueden reordenar los versos del "Martín Fierro", como hizo un poeta (que nos guste es otra cosa), pero es igualmente claro que no se puede romper en pedacitos el David y armar con eso una estatua a Mostaza Merlo. El caso de la música parece, en ese sentido, tan excepcional, que ni siquiera estoy seguro de que se pueda decir que la tetralogía "original" es la que se escuchó en Bayreuth en 1876: no sería la primera vez en que un artista pretende más de lo que la técnica de su época considera posible.
O sea que el original de la Tetralogía... no existe. Ahora bien: eso no quiere decir que se pueda hacer cualquier cosa, pero casi. Hace poco un holandés hizo una versión de "Los pájaros" de Hitchcock sin los pájaros. Era un mamarracho, pero lo gracioso es que los noticieros (!) comentaron la noticia escandalizados, lo cual es aún más ridículo que la "revolucionaria" propuesta del "volado" súbdito de Máxima Zorreguieta.
Redondeando, y para no abusar de la hospitalidad del blog: sí me parece muy pertinente la discusión acerca de las decisiones de la gestión del Colón (por mencionar algo, es demasiado evidente, de un año a esta parte, que hay una enorme cantidad de entradas regaladas a gente que no quiere estar ahí, como bien señala Ignatius), pero no creo que la crítica deba basarse en la posibilidad o no de alterar una obra como la Tetralogía. Más aún: hasta diría que esa propuesta nos da laburo a los críticos por lo menos por un año ;-)
espero que ahora no aparezca algún vivo que sugiera que mi comentario de proporciones wagnerianas debe ser reducido a la mitad...
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