sábado, 26 de febrero de 2011

Ni el amarillo del final

Uno podía suponer que la cultura, la educación, la salud y las políticas de vivienda no serían sus preocupaciones esenciales. Incluso, que de algunas de ellas hasta desconocería su nombre o existencia. Pero la decoración de exteriores, y sobre todo en los barrios más o menos finos, se creía que no le sería ajena. Como siempre, el ex presidente de Boca Jrs devenido Jefe de Gobierno de Buenos Aires, sorprende. El amarillo (el color que ha elegido como emblema, nada menos; aquel que, con cierto grado de duda en cuanto a la legitimidad del proceso, mudó de las actividades partidarias a las estatales) con el que pinta esquinas de cordones y los bodoques que delimitan las nadisendas (bicis no he visto, hasta ahora) dura lo que una idea de Michetti. Y ya que se habla de cordones y veredas, el estado es lamentable. Mientras se reasfalta lo asfaltado (se supone que con altos costos y gravosas comisiones), las veredas han caído en el olvido. La que se ve en la foto, en Aráoz al 400, es un buen ejemplo. De vereda y de amarillo fugaz.

domingo, 20 de febrero de 2011

El traidor a Rita Hayworth

Argentino, borracho y alguna vez marido de Rita Hayworth, Dick Haymes fue uno de los más grandes cantantes del siglo pasado. Aquí, una pequeña muestra

sábado, 12 de febrero de 2011

Sagraçâo da primaveira

Stravinsky pasado por el trópico. Villa-Lobos en 1925. Chôros No. 10. Una obra maestra de esa clase de mestizaje profundo al que Carpentier ejemplificaba con "el ángel con maracas" de la Catedral de La Habana.

viernes, 4 de febrero de 2011

Marcas








Marcas. Señales. Casi sinónimos. Y, también, son las marcas, desde el punto de vista del marketing, las que dejan señales, como los animales en los árboles, para que otros reconozcan a los de su misma especie. Determinadas zapatillas, pantalones o perfumes (sus marcas) son los que dejan las marcas sociales de reconocimiento. También pasa con la música. Callas, Coltrane, Bartók u Oscar Peterson (aquella escena en aquella película con Woody Allen) son, además de lo que son, maneras de decirle al otro quién se es. Y hay nombres, músicas, que a costa de ser marcas dejan de ser músicas. Tristano, Lennie Tristano, alcanza, con su mención, para decir tanto que ni falta hace escucharlo. Por eso, mejor volver a él. Aquí, en una interpretación memorable, en Copenhagen, en 1965.