miércoles, 22 de junio de 2011

Turrentine










Este es apenas un brevísimo rescate al paso. Stanley Turrentine fue un saxofonista excepcional. Si tienen dudas escuchen el solo en "Sugar", tanto en la fantástica interpretación del Califonia Concert como las dos versiones incluidas en la última edición de CTI del disco de ese nombre –una de ellas una toma alternativa del Concierto de California, con una extraordinaria intervención de George Benson. Hay allí una tradición proveniente del rhythm & blues y, particularmente, de Illinois Jacquet pero, también, una sutileza infrecuente en ese estilo. En particular dos discos, grabados con quien fue su esposa, la organista Shirley Scott –Hustlin y A Chip Off the Old Block– y otro con el pianista Horace Parlan –Look Out– están entre mis preferidos. Y, ya que menciono a Parlan, no debería olvidarse Up & Down, donde toca junto a Booker Ervin y Grant Green. Se trata, mayormente, de zapadas sobre blues. Nada demasiado lamativo, aparentemente. Pero "aparentemente" es, en este caso, la palabra más importante. Un arte menor, si se quiere, convertido en arte mayor por el mero talento de quienes lo hacen.

jueves, 16 de junio de 2011

Presentación








El martes pasado presentamos, en la librería y editorial Eterna Cadencia, la colección de libros de música en la que acaba de publicarse La música en el grupo Sur, de Pablo Gianera. Hablamos los autores de los próximos libros a editarse –Martín Liut, Gustavo Fernández Walker, Julián Delgado y yo–, habló Pablo y habló, sobre su libro y sobre Sur, Gonzalo Aguilar. Hasta aquí el relativo autobombo. Ahora hablaré de Aguilar, a quien no conocía más que por menciones de Abel Gilbert y por lecturas salteadas en la revista Punto de Vista. Después de la presentación compré su Episodios cosmopolitas en la cultura argentina, editado por Santiago Arcos. El libro me deslumbró –efecto que no abunda, debo decir–. Me encantaron su rigor pero, lejos del último lugar en importancia, su estilo. Un coloquialismo "culto" que le permite introducir, por ejemplo, una carta "técnica" de Federico Monjeau acerca del estilo de la música que Juan Carlos Paz compuso para la película La casa del ángel, de Leopoldo Torre Nilsson. E incluir en ella las discusiones que Monjeau plantea con respecto al texto que, evidentemente, Aguilar le había mandado previamente. El libro aborda diferentes "episodios" que bordean a -o se internan en– Borges, Rodolfo Walsh, Fogwill, el viaje cultural en la década de 1920, Invasión y La hora de los hornos y, en un ensayo verdaderamente modélico, el Fausto de Gounod, su lectura gauchesca a cargo de Estanislao del Campo y las posteriores derivaciones –y, ante todo, la sociedad argentina– en "La ópera nacional: un género migrante de la expansión metropolitana". El general vacío intelectual –y la prescindencia de los intelectuales– en la reflexión acerca de la música, no es una novedad. Y sus causas –en el caso de que las haya– suelen ocasionar más de un debate entre amigos. Este trabajo es una de las magníficas y saludables excepciones. Y resulta verdaderamente refrescante leer algo acerca de la ópera en la Argentina algo escrito desde afuera. Ni más ni menos que desde el mundo, para tomar uno de los temas del libro de Aguilar.

miércoles, 8 de junio de 2011

¿Juntos? ¿venimos? ¿bien?







No me atrevería a apostarle mi cabeza al diablo (Poe lo desaconsejó, hace ya un tiempo) pero estoy casi seguro de que las distintas fotos que ilustran la campaña de Macri "Juntos venimos bien" son montajes. Las fotos del candidato son demasiado parecidas entre sí –se trata indudablemente de una misma sesión y parecen tomadas una después de la otra, con mínimos cambios de expresión y actitud corporal– y las de los otros muy borrosas. Aun si sus "encuentros" con ciudadanos fueran reales (e, insisto, lo dudo) la idea de que la única figura nítida sea la suya y que el otro/ los otros sean una grisácea y fantasmal imagen intercambiable ya de por sí releva de análisis mayores. Esta indefinición podría deberse, en todo caso, a la prudencia. Podría ser que los asesores del ex presidente de Boca le hayan aconsejado las imprecisiones para evitar cosas como la apostilla publicada hace unas semanas en Ñ, donde uno de los supuestos "bienvenidos" de la campaña anterior decía que no votaría a Macri ni loco pero que le habían pagado bien, o la historia del anciano agradecido con los asilos citadinos que, no obstante, había querido sucidarse o, sin ir más lejos, la insípida narración que el propio intendente saliente (y se espera que no nuevamente entrante) relata antes de cada elección, olvidando que en la anterior Cacho jugaba a las bochas el sábado a la tarde y ahora parece que lo hace los sábados a la mañana. Lo cierto es que en estos carteles el "juntos" no se refiere a otra cosa que a un montaje o a algo que se le parece demasiado, con un ciudadano literalmente fuiera de foco, el "venimos" no indica a dónde ni desde dónde y el "bien" se presenta por lo menos discutible. Quizá como en aquella temprana propaganda en que habían olvidado el necesario (para ellos) cambio de sujeto y aseguraban que en diez meses (ellos) habían hecho más que en los últimos diez años (ellos), también en este caso el "juntos venimos bien" deba ser entendido como una mera constatación de lo que les sucede (a ellos).

El arte de narrar







El arte de narrar es el título de un libro de poesía. De Juan José Saer. Y es, también, el tema que Marcelo Pisarro aborda en la última entrada, hasta ahora, de su excelente blog. Parte de una forma particular de la narración, la etnológica, y, en particular, la que cuenta aquello que no querríamos contar. Y dice mucho más.

miércoles, 1 de junio de 2011

Chamamés








Conozco dos fanáticos del chamamé, Graciela Galán y Eugenio Monjeau. Roberto Sarfati, el responsable de las restauraciones sonoras de joyas como la discografía completa de Los astros del tango (arreglos de Argentino Galván y un septeto que incluía a Vardaro, Francini, Gosis, Ahumada y Bragato), el Piazzolla completo 1956-1957 y los registros de los cincuenta de Gerry Mulligan y Chet Baker (todas publicaciones de Lantower), me recomienda al Cuarteto Santa Ana, que en sus comienzos (mediados de los cuarenta) dirigían Ernesto Montiel e Isaco Abitbol. Compro Primeras grabaciones, en la serie Reliquias del sello EMI. Me deslumbro ("La calandria" podría ser, entre muchas otras, mi preferida) y recomiendo a la vez. Además, en Zival's, está en oferta un notable disco de Rudi y Niní Flores, Por cielos lejanos, editado por EPSA. El subtítulo aclara, por si hiciera falta, "chamamés".