domingo, 30 de octubre de 2011

Agenda










El martes 1 de noviembre comienza el Festival de Jazz de Buenos Aires y el jueves 3 el ciclo de conciertos de música contemporánea del Teatro San Martín. En la página de Internet del primero (www.buenosairesjazz.gob.ar) figura la programación detallada, día por día (aunque no siempre consigna quién toca con cada cuál) y en esta página de Facebook puede consultarse la del segundo. Más allá de superposiciones (incluso el festival las tiene: por ejemplo, Jodos y su mal llamado Doble Trío -en realidad es un quinteto con doble base- toca al mismo tiempo que el trío de Arild Andersen) la profusión de buena música no puede menos que agradecerse. En una muy suscinta y arbitraria lista de preferencias, la agenda sugerida por este blog es la siguiente:
Martes 1, 21 hs. Kenny Werner Trío con él en piano, Ari Hoenig en batería y Johannes Weidenmueller en contrabajo. Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125).
Miércoles 2, 19 hs. Kenny Werner en piano. Teatro Regio (Córdoba 6056).
Miércoles 2, 21 hs. Arild Andersen Trío, con él en contrabajo, Tommy Smith en saxo y Paolo Vinaccia en batería. El programa se completa con el trío del pianista catalán Albert Bover. C. C. Teatro 25 de Mayo (Triunvirato 4444)
Jueves 3, 20.30 hs.  Integral de la obra orquestal y música de cámara de Edgar Varèse. Por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y el grupo Perceum (Uruguay). Dirección de Alejo Pérez. Teatro Colón (Libertad 621).
Viernes 4, 20.30 hs. Charles Tolliver (trompeta) con la Big Band del Conservatorio Manuel de Falla. La Trastienda Club (Balcarce 460).
Sábado 5, 16.30 hs. Paula Shocrón (piano). Centro Cultural Recoleta (Junín 1930).
Sábado 5, 20.30 hs. Luci mi traditricie (ópera de Salvatore Sciarrino). Sala Casacuberta del San Martín (Corrientes 1530).
Domingo 6,  15.30. Francisco Lo Vuolo (piano). Centro Cultural Recoleta (Junín 1930).
Domingo 6, 21 hs. Marilyn Mazur (percusión) con Fredrik Lundin (saxo), Krister Jonsson en guitarra y Klavs Hovman en bajo. En el mismo programa Nguyen Lé (guitarra) con Mieko Miyazaki (koto) y Prabhu Edouard (tablas). Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125).

sábado, 8 de octubre de 2011

Reportaje









El reportaje es, posiblemente, uno de los géneros más sobreestimados del periodismo. Por lo menos cuando se trata de entrevistas a músicos. Hay, por supuesto, verdaderos intercambios de preguntas y respuestas y algunas –pocas– situaciones en que el entrevistador formula verdaderas dudas y el entrevistado las responde. La mayoría de las veces, quien pregunta sabe qué es lo que el otro responderá. Es más, si es responsable, se ha informado leyendo entrevistas anteriores para saber lo que el entrevistado piensa y cuáles son los temas que lo preocupan. Y, obviamente, casi siempre el entrevistador no es ni demasiado culto ni demasiado inteligente y el entrevistado, si es músico, no siempre tiene demasiado para decir y no siempre sabe decirlo con palabras. La notable violinista Hilary Hahn ha sido entrevistada miles de veces y acaba de subir a YouTube lo que podría entenderse como su propio comentario a la cuestión: una entrevista realizada por ella a un pequeño pez ornamental. Las preguntas son, desde ya, esteroripadas. Y el pez, como es previsible, no contesta. Pero nada de esto hace mella en la tenaz entrevistadora.

Superioridad








"En la década de 1990 la música clásica y el jazz representaban, cada uno, aproximadamente un 3 % de las ventas de discos. Se habían convertido en productos de 'nicho'. Para la música clásica en particular, que siempre había clamado su apelación a la humanidad universal (y que basaba su pretensión de superioridad sobre otros géneros precisamente en su pregonada universalidad), parecía una sentencia de muerte", escribe Richard Taruskin en el quinto volumen de su monumental Oxford History of Western Music. El habla del avance de los consumos de músicas populares (o de tradición popular, como prefiero llamarlas) entre el público de música artística, a lo largo de la década de 1960, y concluye el penúltimo subcapítulo sobre esa década ("¿Integración sin prejuicio?") diciendo que "la historia de la música clásica en las últimas décadas del siglo XX fue básicamente la historia de cómo se sobrellevó la amenaza puesta en marcha por los sesenta". El subcapítulo siguiente tiene uno de los mejores títulos imaginables y uno de los que mejor podría explicar lo sucedido con el mercado de la música de tradición clásica compuesta en esos años, por lo menos en el lado neoyorquino de la historia: "Radical Chic". Incidentalmente, más lejos de las metrópolis culturales, en confines del imperio como en ese ciudad en que hasta sus buenos aires son imaginarios, ni los compositores ni los fans de la llamada música clásica sintieron jamás ninguna sentencia de muerte sobre sus cabezas por la sencilla razón de que nunca había habido un mercado –fuera del Teatro Colón, desde ya, lo que, de todas maneras, fijaba (y fija) unos límites muy estrechos– ni, por consiguiente, ninguna pérdida. Ellos podían, y aún pueden, como lo demuestran los operómanos que divulgan sus opiniones en foros ad hoc, sentir (todavía) que nada pone en duda la superioridad espiritual de la música clásica y que, eventualmente, es perfectamente factible que el resto del mundo esté equivocado.

jueves, 6 de octubre de 2011

Retrato de la artista cachorra






El guitarrista es Jeff Beck. Y su melodismo y detalle en el fraseo no son novedad. Tampoco lo es la eficacia de Vinnie Colaiuta como baterista. Ni los méritos de la canción: "Cause You've Ended As Lovers", de Stevie Wonder. Pero pido la especial atención de los devotos lectores a la bajista que toca en este video, la australiana Tal Wilkenfeld, en ese entonces (2007) de 21 años. Aquí se la puede ver y escuchar junto a Herbie Hancock en el Festival de Montreux del año pasado.