Vi ayer, por televisión, un ensayo abierto donde Nikolaus Harnoncourt dirigía (enseñaba) la
Sinfonía No 5 de Beethoven, con la Orquesta Simón Bolívar, en el Festival de Salzburgo. Claridad. Pasión. Rigor. Escucho, ahora, el
Requiem de Mozart, en la que para mí es una de las mejores versiones existentes y donde Harnoncourt conduce al Concentus Musicus de Viena con Christine Schäfer, Bernarda Fink, Kurt Streit y Gerald Finley como solistas (grabado en vivo en la Grosse Musikvereninsaal de Vien en 2003 y publicado por Deutsche Harmonia Mundi –
aquí puede escucharse aunque, claro, con un sonido más que deficiente–). Hay un sentido del relato, un manejo de las pausas, de los contrastes, de la dinámica (escuchar, por ejemplo, el "Lacrimosa") extraordinario. En su explicación a la orquesta Simón Bolívar, Harnoncourt analizaba a Beethoven desde la retórica. Este
Requiem, sin duda, está pensado desde la misma perspectiva. Ya en el comienzo, las síncopas, la manera en que están destacados los acentos, son increíbles. Recuerdo (escucharé después) su notable
Pasión según San Mateo y la increíble "Erbarme Dich" de Bernarda Fink. También allí el centro estaba en la retórica. Y es que con Harnoncourt (también en sus ejemplares sinfonías de Brahms, Haydn y Dvorak, tanto con el Concentus como con la Filarmónica de Berlín o la Orquesta del Concertgebouw Real de Amsterdam) la música habla.
Haciendo zapping me encontré con este programa y ya no pude cambiar de canal.
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