Se dice que la música es un lenguaje universal. Que es el más universal de los lenguajes. Y sería bueno que así fuera. Las imágenes de Menuhin o Stern con niñitos de otras etnias e. incluso, aquella escena de
El hombre del toque mágico, de Stephen Vizinczey, donde el irresposable adolescente alienígena que estrelló la nave espacial de su padre contra la Tierra troca su desprecio por los seres humanos en admiración cuando escucha las suites para cello de Bach hablan de uno de los mitos de Occidente: la música hace mejores a las personas y, obviamente, trasciende las fronteras. George Harrison (y luego, gracias a él, los fans de los Beatles) descubriendo a Ravi Shankar, Debussy (y luego Boulez) deslumbrado con los gamelán de Bali, Ligeti (y nosotros) con las rítmicas del Africa Central, hablarían en ese sentido. Mi primer profesor de armonía contaba –y es posible que fuera mentira, como casi todo lo que decía– que cuando los europeos le habían hecho escuchar a habitantes del Africa música sinfónica –de Brahms, supongamos–, los nativos pensaron que se trataba de música militar. Más cerca, es notorio cómo sensibles hombres y mujeres de fina espiritualidad, asistentes a los partidos del Mundial, que llevan en sus oídos la más maravillosa música, aprendida en la cancha de Boca, consideran insoportables a las cálidas vuvuzelas. Y yo me irrito con la FM que, a manera de música, escucha mi vecino.
El problema con las vuvuzelas, al menos por TV, es que no dejan escuchar lo que dicen los relatores
ResponderEliminar¿Y el problema?
ResponderEliminarQue los relatores son una fuente de conocimiento y de sabiduría pupular para las generaciones futuras
ResponderEliminarEs cierto. No había pensado en las generaciones futuras. Sin duda disfrutarán cuando escuchen en las viejas grabaciones, desteñidas por el paso del tiempo,esas argentinas voces diciendo "Elano se agigantó en el segundo tiempo" o "Veo gestos de dolor en Elano". ¡Ah, rapsodas!
ResponderEliminarBueno, Elano y Kaká.
ResponderEliminarDe todos modos, como me enteré hace poco, lo importante es el relato