viernes, 17 de septiembre de 2010
Historias
"Era la tercera vez que tocábamos el tema de El Padrino desde que había empezado el almuerzo y yo miraba a los turistas sentados en la piazza, por si reconocía a los que ya estaban allí la última vez que lo habíamos interpretado. A la gente no le molesta oír una melodía famosa más de una vez, pero hay que evitar las repeticiones excesivas, para que a nadie se le ocurra sospechar que no tenemos un repertorio decente. En esta época del año es normal repetir melodías. Los primeros indicios del viento otoñal y el ridículo precio del café garantizan un nutrido flujo de clientes. El caso es que por eso miraba las caras que había en la piazza y por eso descubrí a Tibor". Así comienza "Violonchelistas", el relato que concluye Nocturnos. Cinco historia de música y crepúsculos, último libro (y primero de cuentos) de Kazuo Ishiguro, recién publicado en castellano por Anagrama. "Me he resistido a calificarlo como colección de cuentos porque a veces los novelistas publican colecciones de viejas historias que llevan treinta años en el cajón", dijo al diario The Guardian. "Sin embargo, en mi caso, se trata de un libro en el que he trabajado seguido desde el comienzo hasta el fina. No pretendo ser un escritor de cuentos, no sé si lo hago bien, lo he escrito casi como un novelista. Suena muy pretencioso, pero es como algunas formas musicales, como las sonatas, que parece que son piezas musicales totalmente independientes pero van juntas", agrega el novelista. "Son cuentos cortos, pero no quiero que se publiquen por separado, divididos. Creo que no es algo muy razonable por mi parte porque seguramente funcionarían bien solos, pero siempre he pensado en ellos como formando parte de un mismo libro. Es una obra de ficción que resulta estar dividida en cinco movimientos". Ya en la extraordinaria –y casi insoportable en su perfección pesadillesca– Los inconsolables la música –y la vida de un músico que llegaba a dar un concierto a una pequeña ciudad de Europa central donde la música contemporánea resultaba el más importante de los temas– era el material de una serie de deslizamientos (de lugares, de tiempos, de situaciones) que derivaban en un mundo capaz de reconciliar con el suyo al buen y viejo señor K. Los cinco nocturnos de Ishiguro, traducidos con corrección pero inevitables (a esta altura del partido) españolismos por Antonio-Prometeo Moya, son "El cantante melódico", "Come Rain or Come Shine", "Malvern Hills", "Nocturno" y la mencionada "Violonchelistas". En alguno de ellos aparece como voz principal alguna que había sido secundaria en otro. Y más allá del tema, la música los une.
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Publicado por
diego fischerman
en
16:49
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