Hace años, Josefina Ludmer analizaba a Marechal, en la Facultad de Letras. Tomaba como eje a Bajtin, y su idea de la polifonía en la novela, para definir al argentino como un falso polifonista. En
Adán Buenosayres, decía, parecía haber muchas voces pero era una sola, la de la tragedia clásica, la que unificaba e indicaba cómo debían ser leídas las otras. No se trataba de una relación democrática u horizontal, aseguraba, sino de la relación que un líder bonapartista establecía con las masas a través de corporaciones (o de
fasci, literalmente "haces"). Marechal era, concluía, un auténtico escritor peronista. Sin entrar en la ya clásica y seguramente anticuada discusión acerca de la caracterización del peronismo histórico como régimen bonapartista –o fascista–, resulta interesante la relación del análisis de Ludmer con un falso polifonista en sentido estricto, Carl Orff, y su falsamente polifónica
Carmina Burana. Está por un lado la filiación nazi del compositor que, por supuesto, luego de la Segunda Guerra Mundial intentó pasar por víctima y no victimario y que no sólo aseguró no haber sido uno de los ideólogos de la categoría
entartete musik (música degenerada) para definir a judíos, atonales, gitanos, jazzistas y comunistas, juntos o por separado, sino que dijo haber llegado a participar en el famoso atentado fallido contra Hitler. Los datos duros indican que sí fue uno de los organizadores de la exposición
Entartete Musik, con partituras de los execrados, y que destruyó toda su obra anterior a la afiliación al nazismo salvo el reputado
Método Orff de enseñanza de la música, cuyo énfasis en lo rítmico y en la reivindicación de las tradiciones folklóricas se ve que le pareció suficientemente acorde con su nueva (luego vieja) ideología.
Carmina Burana corresponde a la serie de composiciones surgidas durante el período nazi y, según dicen algunos estudiosos, originalmente habría sido compuesta –o por lo menos concebida– para la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1936, en Munich. Y lo cierto es que en pocas obras son tan claros los fundamentos ideológicos: el rescate de la Alemania medieval pero, sobre todo, la falsa polifonía. Carmina Burana está llena de sujetos de fuga que no derivan en ninguna fuga sino en furibundas homofonías, fuertemente rítmicas. Puede parecer que hay varias voces pero siempre es una las que las guía y ordena. El gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha organizado para hoy a la noche, frente al obelisco, una función callejera de
Carmina Burana, bailada por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, con coreografía de su director, Mauricio Wajnrot. Suponer una voluntad nazi en los organizadores sería, para citar la cita de Bioy Casares que Jorge Fondebrider cita en uno de sus libros de poemas, subestimar la estupidez. Macri no debe haber oído hablar jamás de Orff y mucho menos de Josefina Ludmer.
Carmina Burana es, por otra parte, una de las obras más populares dentro del repertorio "clásico". Y es que está hecha para eso. También tendría éxito (y de hecho lo ha tenido, más de una vez) un buen desfile nazi, con lustrosas botas, prolijos uniformes y, sobre todo, impactantes unísonos. Y a tanto unísono, tengo para mí que lo mejor que puede oponérsele es el arte de la fuga.
Cada vez que escucho a Orff me dan ganas de contrabandear autopartes.
ResponderEliminarSi la programación respondiera a cuestiones ideológicas, más acorde con el Pro sería una alegoría de la "reconciliación": uno "de un bando" y otro "del otro". Claro que, pensándolo mejor, la popularidad y accesibilidad de una obra como criterios excluyentes para su programación también son parte de una ideología, en sentido más amplio.
"(...) Bartók se indignará por no ser incluido entre los músicos "degenerados" (exposición de Düsseldorf, primavera de 1938, inmediatamente después de la anexión de Austria). Y pedirá por escrito a las autoridades nazis que su obra se incluya junto a la de "degenerados" como Schönberg, Krenek y muchos más. Una actitud muy distinta a la de otros, como Stravinski, que pidió ser excluido de la misma, ya que no era judío... aunque su físico pudiera llamar a engaño."
(Santiago Martín Bermúdez, Bartók: Escuchando el canto de la tierra, en colección de La Nación/Aguilar, 2006) (no cita fuentes)
Es verdad que en la lista de "música degenerada" figuraba en un alto puesto la versión swingeada del concierto para dos violines en Re m de Bach, por Stephane Grapelli y Django Reindhart ?
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