martes, 20 de abril de 2010
Abril en París (en Buenos Aires). John Lewis a París (en Nueva York)
Escribía, antes, en otra ciudad, acerca de "April in Paris". Hablaba de Ella Fitzgerald: una versión amada, grabada en 1976 con Oscar Peterson y una voz que ya no era la suya –o sí– pero fue aquella con la que la conocí. J. H. A. me recuerda la interpretación de Sarah Vaughan junto a Clifford Brown (cómo pude olvidarla) y una que no conozco y me prometió copiar, la de Dinah Shore con André Previn. Escucho, aquí en Buenos Aires, un disco de John Lewis que remite, en la mayoría de sus títulos ("Saint-Germain-des-Prés", "Morning in Paris", "Afternoon in Paris", "Midnight in Paris") a París y en su música a Johann Sebastian Bach. Se llama Private Concert y es exactamente eso, grabado casi para sí mismo en la Iglesia de la Ascensión de Nueva York, en 1990. El disco me fascina, incluso con sus evidentes imperfecciones, su ingenuidad frente a Bach pero, sobre todo, la absoluta falta de pedantería con la que abreva en ciertas leyes del contrapunto barroco y las explota en piezas íntimas, ascéticas y exactas. Fitzgerald y Peterson, Lewis...Se habla de la imposibilidad de escucharlo todo; de la inevitable distancia con la "escucha ideal" a la que se refiere Adorno en su Sociología de la música. Escuchamos, se dice, siempre menos que lo que hay. Y pienso en cuánto escuchamos de más. Es decir, en aquellas cosas que están en nuestra escucha y no en la música. Las piezas de Lewis tal vez me parecerían pueriles si no fueran de él (tal vez, quizá no, se me hace difícil imaginarlo). Si aquel Private Concert se tratara de un disco de un joven pianista argentino no despertaría, posiblemente, ningún interés. Es lo que sabemos de Lewis, lo que hemos oído antes, lo que "informa" esas pequeñas piezas imperfectas y lo que les confiere una seducción infinita. Si aquellos registros tardíos de Fitzgerald junto a Peterson no hubieran sido uno de los primeros discos escuchados y atesorados, en una época de la vida en que, además, cada imagen se imprime con fuerza única, es casi seguro que el nombre de la cantante jamás hubiera acudido en rápida asociación con "April in Paris". La escucha (y la enciclopedia con la que la construimos y las historias que la conformaron), entonces, invariablemente resta pero, inevitablemente, también suma.
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Publicado por
diego fischerman
en
8:43
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