Por Jorge Fondebrider
(publicado originalmente en Revista Clásica)
La biografía de Albert Lancaster Lloyd -"A.L. Lloyd" o "Bertie Lloyd"-, es en sí misma una historia digna de ficción. Nació en Londres, precedido por dos hermanas mayores, el 29 de febrero de 1908 en el seno de una familia de clase media. Sus padres, Ernest Lloyd y Mabel Barrett, son los responsables de sus primeros recuerdos ligados a la música folklórica: su padre solía cantar en la casa canciones cómicas y su madre, para diversión de los hijos, imitaba el acento y la manera de cantar de los gitanos de Sussex. A esa localidad del sur de Inglaterra se trasladó la familia en 1913, permaneciendo allí hasta el fin de la Primera Guerra mundial, cuando Ernest Lloyd quedó inválido. La familia volvió entonces a Londres para instalarse en Homsey, un suburbio del norte. En la escuela local, el joven Bert recibió una educación sumamente completa, que incluyó el latín y, curiosamente, el castellano.
En 1924, cuando tenía 16 años, su madre murió de tuberculosis al igual que sus hermanas. El padre, incapaz de mantener a su hijo, decidió enviarlo a trabajar a Australia con la British Legion. Apenas llegado a Sidney fue reclutado por un granjero del distrito de Cowra, donde fue trasladado en carácter de cocinero y mandadero. La nueva vida no le sentó bien. Bert Lloyd enfermó y fue internado en el hospital local. Cuando le dieron el alta, gracias a su habilidad para imitar acentos, simuló ser australiano y consiguió trabajo como pastor en un establecimiento cerca de Bethungra, el cual abandonó para trabajar en las planicies occidentales. Allí se dedicó al arreo de ovejas, llegando a pasar días enteros a caballo sin otra compañía que la de su rebaño. En los ocasionales encuentros con otros pastores, aprendió las canciones que estos cantaban sin ningún acompañamiento, tomándose el trabajo de transcribirlas en cuadernos que usaba como ayuda memoria. Durante los períodos de inactividad, viajaba a Sidney y pasaba horas en la Biblioteca Pública de esa ciudad. De allí sacaba prestados libros y discos que luego leía y escuchaba en los establecimientos rurales donde trabajaba. Como autodidacta, leyó a Mark Twain, a Tolstoi, a Proust y a Joyce, entre otros.También estudió a los maestros de la pintura clásica y contemporánea, y para completar su educación se dedicó a escuchar en discos de 78 rpm a Bach, Mozart y Stravinsky. Con ese bagaje, a principios de 1930 retornó a Inglaterra.
En Londres se integró a los grupos de intelectuales de izquierda que se reunían en los pubs del Soho. Allí solía permanecer durante horas charlando con el poeta galés Dylan Thomas y con el historiador marxista Leslie Morton. Fue éste último quien lo presentó al Partido Comunista británico, al cual Lloyd se afilió y del cual siguió siendo miembro hasta su muerte. Para sobrevivir, había conseguido trabajo en el departamento de literatura extranjera de la librería Foyles, ocupación que alternaba con el activismo político -sus contemporáneos lo recuerdan llegando a los mitines con un gramófono, discos de blues y canciones de cowboys- y con ocasionales artículos en revistas de izquierda.
A mediados de los años treinta, Lloyd dejó su trabajo y se dedicó a leer sistemáticamente sobre música folklórica en el British Museum. Comenzó entonces a publicar artículos sobre el tema en diarios y publicaciones del PC. Pero en 1937, luego de haber traducido al inglés algunos libros y no pocos poemas -por ejemplo, de Rafael Alberti, Miguel Hernández y Raúl González Tuñón en apoyo de la causa republicana durante la Guerra Civil española-, sin dinero, decidió embarcarse en el buque factoría "Southern Empress" de una compañía ballenera que cazaba en las aguas antárticas. A bordo, trabajaba 12 horas por día cumpliendo las tareas propias del oficio. En los momentos libres, se dedicaba a recopilar las canciones marineras -sea shanties- que cantaban sus compañeros. Seis meses después, su barco volvió a Liverpool. Allí volvió a embarcarse, esta vez en la marina mercante, donde siguió hasta 1938. Ese año oyó un programa de radio sobre el desempleo en los Estados Unidos, y le escribió al productor, sugiriéndole hacer un programa similar sobre las condiciones de vida en los barcos. The Voice of the Seamen, escrito por Lloyd y difundido por la BBC en diciembre de 1938, fue un éxito y la radio le ofreció un contrato de seis meses como escritor sobre los más diversos temas.
Entretanto, su viejo amigo Morton se había mudado al campo, donde Lloyd lo visitaba durante los fines de semana. En los pubs locales comenzó a aprender las canciones rurales que cantaban los parroquianos. Sorprendido por la riqueza de la música, Lloyd consiguió convencer a algunos técnicos de la BBC, con quienes registró algunas veladas de canto. Sin embargo, no fue la música, sino Shadow of the Swastika, un programa sobre el ascenso de Hitler al poder, el que le ganó una audiencia gigantesca. Con todo, su prédica antifascista le granjeó la antipatía de los directivos de la BBC, que no le renovaron el contrato. Lloyd empezó entonces a trabajar en Picture Post, una revista que le asignó el tratamiento de temas sociales, actividad que interrumpió en 1942, al alistarse como artillero en un regimiento de tanques del ejército británico. En sus raros ratos libres, comenzó a escribir The Singing Englishman: An Introduction to Folk Song, un tratado sobre la música folklórica británica que publicaría en 1944, y a colaborar con un diario de izquierda que se distribuía entre los soldados.
En 1943, el Ministerio de Información, le encomendó trabajar con los soviéticos, circunstancia que, terminado el conflicto mundial y en virtud del comienzo de la "guerra fría", le valió perder toda posibilidad de empleo oficial, a excepción de sus artículos, magramente pagados, en revistas de izquierda. Con todas las puertas cerradas y un creciente interés por los temas relativos al folklore, en 1948 ingresó en la English Folk Dance and Song Society y participó en la Folk Music Festival Competition en la categoría de cantante solista, la cual ganó. Hacia 1950 desistió de seguir escribiendo para la radio y se dedicó exclusivamente al folklore. Así, en 1951 fue comisionado por el National Coal Board para organizar una competencia, cuyo objeto era la recopilación de las canciones de los mineros galeses. El resultado fue Come All Ye Bold Miners: Ballads and Songs of the Coal Field, un texto hoy clásico publicado por Lawrence and Wishart en 1952. Ese libro y sus muchas otras actividades hicieron que Lloyd comenzara a ser reconocido como uno de los mayores especialistas ingleses en folklore de su país. Aunque se unió al comité editorial del Folk Music Journal, en lugar de convertirse en un mero erudito fundó los Ramblers -un grupo de cantantes folklóricos a la manera de los estadounidenses Almanac Singers (con Woody Guthrie y Pete Seeger)- integrado por él, John Hasted, Nesty Revold y Jean Butler.
Poco después, conoció a Ewan MacColl, cantante, actor y escritor escocés que compartía sus intereses y con quien llevaría adelante varios proyectos -entre otros, la grabación de varios álbumes de canciones marineras- que servirían para cimentar el más espectacular de los renacimientos de la música folklórica británica.
En 1956 Lloyd fue convocado por el director John Huston para que participara como actor y cantante de shanties en la versión cinematográfica de Moby Dick. En 1959 publicó, con el compositor Ralph Vaughan Williams, la compilación del Penguin Book of English Folk Song. Sin embargo, el hecho capital de esos años fue su nombramiento como director artístico del sello Topic, dedicado a preservar el legado folklórico británico y europeo. Allí grabó lo más importante de su obra e hizo que MacColl y también una nueva generación de folkloristas -que incluía a intérpretes tan importantes como Anne Briggs, Frankie Armstrong, Roy Harris, The Watersons, Martin Carthy y Peter Bellamy, entre otros- grabaran las piezas fundamentales de las que se nutriría el repertorio del folk de la década siguiente.
A principios de los años sesenta, Lloyd se había convertido en la máxima autoridad inglesa en materia de folklore. Esta circunstancia llevó a los ejecutivos de la BBC a que volvieran a contratarlo para una serie de documentales de radio. Entre otros, en 1963 llevó a cabo el programa Durham Miners; en 1966, The Folk Song Virtuoso, y en 1967, The Voice of the Gods. Ese mismo año se publicó su libro Folk Song in England, una verdadera joya de erudición, sentido común y amenidad y, al mismo tiempo, un documento insoslayable para cualquier estudio folklórico serio.
Su reputación y bonhomía lo llevaron a convertirse en un símbolo y en una referencia obligada de los nuevos folkloristas, a quienes animó a tentar los límites del género, en abierta oposición del purismo de las generaciones anteriores. Así, mientras no descuidaba sus actividades académicas -que lo llevaron a dictar conferencias sobre etnomusicología en universidades de Estados Unidos y Australia- no dudó en brindar todo su apoyo a los grupos eléctricos Fairport Convention, Pentangle o Steeleye Span en la segunda mitad de los años sesenta.
En 1970, luego de ser operado del corazón, la BBC le encargó Rap Her To Bank, el primero de una serie de documentales para televisión sobre la música folklórica inglesa con el director Barrie Gavin. El éxito fue tan grande que, ese mismo año, esta vez requerido por la cadena ABC de Australia, regresó a ese país para la grabación de Ten Thousand Miles Away, un documental sobre sus impresiones de los cambios ocurridos en la vida rural australiana a lo largo de los últimos cuarenta años. Nuevamente la audiencia apoyó a Lloyd y, a partir de entonces, se sucedieron nuevos documentales sobre la música de Rumania, Albania, Hungría, las islas Hébridas y los Apalaches. Cada uno de esos viajes fue completado por trabajos de campo, más tarde publicados por el sello Topic.
En sus últimos años, alternó la enseñanza de la etnomusicología en el Goldsmith's College de Londres con giras de conferencias y frecuentes presentaciones de música tradicional en festivales y teatros, muchos de los cuales ayudó a fundar.
A.L. Lloyd murió en 1982, mientras traducía al inglés Problemas de Etnomusicología, de Constantin Brailoiu.
Musica Sacra at Carnegie Hall (Concert Review)
Hace 3 días
Excelente y documentadísima entrada (he aprendido muchas cosas). Yo siempre he sido muy fan de su disco de shanties con MacColl ("Blow Boys Blow") y acabo de escribir una pequeña entrada sobre él. Adjunto enlace por si a alguien le interesa echarle una ojeada:
ResponderEliminarhttps://bailarsobrearquitectura.wordpress.com/2014/12/02/dos-shanties/
Saludos y enhorabuena por el blog,
Iago López