El Centro Cultural Parque de España, en Rosario, programó el sábado un concierto en que la excelente pianista Haydée Schvartz tocó tangos. Antes, fui invitado para hablar del libro que escribimos con Abel Gilbert sobre/alrededor/a través de Piazzolla. Hablé más bien del tango mirado desde otro lado. De eso que unía, en todo caso, a Piazzolla, con la colección de piezas ligadas al tango (cercana, lejana o lateralmente), que el pianista Yvar Mikhashoff encargó a diversos compositores contemporáneos como John Cage o Conlon Nancarrow y que legó a Haydée Schvartz. Ella tocó algunas de esas obras, junto a otras con las que ella continuó la colección, encargando nuevos "tangos" a autores argentinos (Gandini, Pablo Ortiz, Marcelo Delgado, Santiago Santero, Jorge Horst entre ellos) y algunos tangos más, el de la Ópera de tres centavos de Kurt Weill, uno de Juan José Castro. Y comenzó su concierto contando que una vez, en Montevideo, estudiaba en un piano, a lo largo de varios días, mientras el encargado de la limpieza iba y venía. En una ocasión, al salir, el empleado se le acercó para decirle: "Hoy me gustó ese tanguito que tocó". Lo que Haydée había estado estudiando era la Sonata Op. 1 que Alban Berg compuso en 1910 como trabajo de "graduación" para su maestro Arnold Schönberg.
Musica Sacra at Carnegie Hall (Concert Review)
Hace 3 días
Esa anécdota es buenísima.
ResponderEliminarY tira un poco por la borda los conceptos de música popular y erudita, no ?
A mí me gustan las milongitas de Schubert, como la tercera o cuarta variacíon de Die Forelle.
En realidad no los tira. Más bien habla de cómo la escucha (o los pactos de escucha) indican cómo se percibirá el hecho musical. En todo caso, más allá de semejanzas temáticas, motívicas o rítmicas, hay diferencias de procedimientos relevantes. Por lo menos en este caso.
ResponderEliminarPero el pacto de escucha, previo al hecho musical, no lo termina condicionando en forma perjudicial?
ResponderEliminarSi el oyente "virgen" hubiera sabido que era Alban Berg, un compositor "serio" y "académico" y no un "tanguito", creo que no lo hubiera gustado como lo disfrutó.
Y de forma análoga si voy a escuchar al Colón (ejemplo ya imposible por desgracia) una sinfonía de Bruckner que no conozco, estoy condicionado a que me guste.
tu concepto de pacto de escucha es fascinante y creo que es expandible a todas las manifestaciones culturales actuales, especialmente dentro de las artes visuales (arte conceptual y otras modernidades).
Tu observación es pertinente. Y, en efecto, podría ser perjudicial (o, también, lo contrario) pero el hecho es que sucede, más allá de la voluntad del oyente.
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