lunes, 3 de mayo de 2010

Bloggers Trotters











La lectura (y escritura) de blogs ha acostumbrado a un cierto estilo antes impensable. James Jolly, editor de Gramophone, escribe en la página web de la revista, por ejemplo, que ha viajado a Los Angeles vía Nueva Zelanda, debido a "los efectos especiales del Eyjafjallajökull", y que allí participará en unos programas de radio. Y a nosotros, ¿qué nos interesa?. Hay una multitud de blogs donde sus responsables parten de la base de que los menores detalles sobre sus vidas son irresistibles. También el bueno de Alex Ross nos cuenta sus actividades más mundanas y sesudos intelectuales acuden al blog como medio para decir todas las sandeces que un editor –o el autocontrol que significa tener un editor– no permitiría. A las personas suele interesarles la vida privada de los personajes públicos (no otro es el motor de las biografías, desde las más eruditas hasta las de la revista Caras). Pero antes, para ser personaje público, había que pasar ciertos filtros; era menester al menos que hubiera otro que creyera en los méritos propios. Para publicar un libro, para filmar una película, para exponer en una galería o hasta para ser redactor de un diario había que contar por lo menos con una persona, fuera de uno mismo, que considerara interesante aquello que se hacía. Y una vez que se conseguía ese lugar tampoco se lo usaba para cualquier cosa. Había un cierto pudor. Es cierto que el pudor no está entre las características consideradas virtuosas en la actualidad y la mala costumbre de confesar públicamente las malas costumbres se ha convertido en la única estrategia para arreglar entuertos domésticos. Pero el blog, con su facilidad para permitir que los egos, sin control alguno, se inflen como globos, con su propensión al insulto, la descalificación, la burla y la calumnia (es decir todas las bajezas que los controles sociales hacen que disimulemos) frecuentemente se convierten en el reality show de quienes los hacen. Es cierto, nadie está obligado a leerlos. Y, además, es esperable que aquello que se infla demasiado alguna vez se reviente.

2 comentarios:

  1. Hay varias cosas. Por lo pronto, la mayoría de los blogs son personales y no colectivos, y si encima le agregamos el hecho de que por lo general se aceptan comentarios, y que los comentaristas suelen ser casi siempre los mismos, es inevitable que entre blogger y lector se establezca una relación si no del todo personal, más personal y cercana que en un medio tradicional.
    Que el crítico X comente que su vuelo se demoró por culpa del volcán no afecta negativamente su artículo, a lo sumo le resta solemnidad y lo acerca a muchos de sus lectores, que seguramente experimentaron similares vicisitudes.
    Yo creo que en la medida que el blogger escriba bien y diga cosas sustanciosas y/o interesantes y no se ponga frívolo o ególatra hablando de él y el mundo (en ese orden), esto es más bueno que malo. En definitiva, todo columnista (musical, político, deportivo, cinematográfico, etc) tiene sus lectores, y si su estilo literario incluye una dosis de humor o costumbrismo, no está mal.
    Abrazo
    GB

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  2. Es cierto. Y hoy, que estoy un poco más positivo al respecto, me atrevo a decir que la posibilidad del uso de la primera persona es una gran cosa. Uno puede decir "me parece", por ejemplo, lo que en los diarios está absolutamente prohibido. Se supone que el crítico sabe y por lo tanto no debe suponer sino afirmar. Tal vez sea una traslación del periodismo, a secas (es decir "no cultural"). Una vez, ante una nota donde yo decía "parecería que", Martín Granovsky me dijo (y creo que con buen criterio en relación con el contexto) "cuando a un periodista le parece algo, va y lo averigua".

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