viernes, 21 de agosto de 2009

La Novena


Maynard Solomon dice: "Si perdemos el 'sueño' de la Novena Sinfonía, ya no nos queda nada para compensar los aplastantes terrores de la civilización moderna, nada para oponer a Auschwitz y a la guerra de Vietnam como paradigma de las potencialidades humanas". Nicholas Cook, agudo, contesta que "Solomon se acerca peligrosamente a decirnos que necesitamos creer en algo aunque no creamos en ello". Esteban Buch, en su excelente La novena de Beethoven. Historia política del himno europeo (El Acantilado) los cita a ambos y concluye: "¿Debemos de verdad aceptar el principio de que el arte es la garantía última de la moralidad de la empresa humana? Y, en ese caso, ¿debemos tomar siempre a Beethoven como testigo de ese hecho? Beethoven contra Auschwitz, contra la guerra de Vietnam, contra el Muro de Berlín, contra la guerra en la ex Yugoeslavia, contra las matanzas futuras, de acuerdo; pero siempre que continuemos con esa crítica de la tradición que sigue siendo la tarea principal si pretendemos que la Novena Sinfonía, vestigio de un mundo cada vez más lejano, nos hable de un modo significativo...o si estamos dispuestos a aceptar la idea de que un día, por qué no, se vuelva muda sin que ello constituya necesariamente una catástrofe".

3 comentarios:

  1. Tarde o temprano, la Novena terminará siendo la obra muda de un compositor sordo. Es el precio a pagar por la sobresaturación... En los últimos años, a nivel local, se convirtió en la banda de sonido de la Copa Libertadores de América (trascendiendo un poco su destino europeo, en consonancia con la pretendida universalidad del poema). Pero aquí la cita es textual, mientras que en la Champions League(la variante europea del torneo continental de clubes) se utiliza el anthem de Handel, Zadok the Priest, a la manera de un molde sobre el que se organiza una obra autónoma: el texto para la ocasión celebra en varios idiomas a "los campeones". Es curioso que mientras suena la Novena de Beethoven, con su invocación a la hermandad de los hombres, los locutores anuncien que se está por disputar un juego a todo o nada en el que los "hermanos" se van eliminando hasta que sólo uno resulta consagrado. Cualquiera que haya visto un partido de Copa Libertadores sabe que la música para acompañar un partido así está más cerca de La victoria de Wellington que de la Novena sinfonía...

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  2. Lo que se murió fue la "trascendencia", la "inmortalidad" de la Novena. Ideas que tal vez, secretamente, puede haber soñado para la obra el propio Beethoven, pero que fueron elevadas a a exitoso dogma universal hegemónico por los románticos alemanes.
    Por cierto: ¡Qué gran libro el de Buch!

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  3. Yo humildemente creo que deberíamos volver a la idea de "techo moral" que propone el texto de Schiller. A pesar de ser música bastardeada hasta el hartazgo, no conocía su utilización como marcha de gladiadores en la Copa Libertadores (tal vez porque me enorgullezco de NO interesarme en el fútbol) pero confieso no me sorprende.
    Como apunté en un reciente entrada sincrónica en mi propio blog, el gesto de Beethoven fue doble, incluir partes vocales en una sinfonía, a quién se le ocurre !! y encima elegir un texto que habla de la ALEGRÍA.
    Algo de los que muy pocos hablaron, prácticamente ningún profeta mencionó y muy pocos escritores valoraron.
    Es importante revalorizar el tema de la hermandad de los hombres en un gesto utópico desde lo colectivo; pero desde lo individual que siempre fue más posible, hay que rescatar el valor infinito del Affetto más revolucionario, esa luz celestial hija del Elíseo.

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