Laurence Equilbey dirige un coro extraordinario, llamado Accentus, que se dedica a grabar repertorios nada obvios. Por ejemplo, la música coral de Arnold Schönberg, en un álbum magnífico, junto al Ensemble Intercontemporain –que acompaña al coro en
Friede auf Erden, Op. 13 e interpreta la
Kammersymphonie Op. 9–, que incluye también una transcripción para coro de
Farben. Entre sus discos hay dos, además, llamados
Transcriptions I y
II, donde hace versiones de composiciones como el
Adagietto de la
Sinfonía No 5 de Mahler o
Pasos en la nieve, de Debussy. Pero hay dos de sus ediciones (todas fueron publicadas por el sello francés Naïve) que me seducen en particular, las dedicadas a dos de las las más importantes –y bellas– obras sinfónico corales de la historia, pero sin orquesta. La versión original del
Stabat Mater de Dvorak, con acompañamiento de piano –una brillante Brigitte Engerer– y la versión doméstica del
Requiem alemán de Johannes Brahms, estrenada en Londres en 1871, con piano a 4 manos (nuevamente Engerer, aquí junto a Boris Berezovsky). Acepto, en todo caso, la metáfora del sentido común, que identifica riqueza tímbrica con vestimenta, y me maravillo, en estos casos, con la desnudez.
Pienso igual, tremendo grupo, una pena que sea poco conocido. La interpretación (en disco) de las Tres Canciones de Ravel es la mejor que he escuchado.
ResponderEliminarfripp