Para los creyentes en algún dios, para los creyentes en la no existencia de ningún dios y para los creyentes en Ellington, mis deseos (posiblemente inútiles) de la máxima y más permanente de las felicidades. Y, si tal cosa no fuera posible, pueden solazarse con "Heaven", una hermosa canción perteneciente al segundo Concierto sagrado de Duke Ellington, de 1968.
viernes, 25 de diciembre de 2009
Felicidades
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Publicado por
diego fischerman
en
10:36
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