Hoy juró su cargo como Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, con la aprobación del conjunto de la comunidad educativa e intelectual, el prestigioso pensador Abel Posse, sin duda una de las autoridades actuales en su campo y alguien que ha dedicado su vida a pensar sin descanso en los problemas acuciantes del área que le compete. Desde la alfabetización de las poblaciones que migran desde los países vecinos y el bilingüismo de los alumnos llegados desde el Noreste hasta la epistemología del conocimiento, el análisis de las dificultades en la comprensión de textos y la incidencia de los diversos códigos culturales en las actitudes de resistencia frente a la llamada "lengua culta", nada de lo educativo le es ajeno. Sus ponencias sobre el sensualempirismo, acerca de Dewey, Claparède y Kerschensteiner o sobre la cuestión de la imagen en Piaget han recorrido claustros y seminarios y son ya clásicas sus polémicas opiniones sobre el concepto de "esquema previo". No obstante, lejos de la teorética fría y de la distancia del intelectual, Posse ha desarrollado infinidad de trabajos acerca de la resolución de los problemas más frecuentes del aula, incluso en el terreno de la contención afectiva y, en particular, en el difícil campo de la sociolingüística y de los problemas de discriminación escolar asociada a las formas del habla. Posse, como antes Ciro James, el Fino Palacios, aquel titiritero de nombre olvidable –y olvidado– u Horacio Sanguinetti –un hombre capaz de lo imposible: ser peor en el Colón que lo que había sido en su oscura gestión como rector del Nacional de Buenos Aires–, revela la visión de estadistas de la estatura de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta a la hora de elegir sus equipos de trabajo.
Y mientras el brillante nuevo faro de los educadores del mundo asumía, un ejército de pequeños hombres amarillos pegaba carteles en la calle que decían, textualmente, "En dos años hicimos más que en los últimos 10". Tal vez un experto como Posse pueda instruir a quienes hacen la campaña publicitaria. Y es que dado que en esa oración hay un sólo verbo, en primera persona del plural, el sujeto es, tanto para los dos años como para los otros diez, siempre "nosotros". Es decir ellos. Y a mí, realmente, me parece bastante bien que dado que gobiernan desde hace dos años –aunque tenían mayoría en el cuerpo legislativo desde mucho antes– en ese período hayan hecho más que cuando no ocupaban ningún cargo ejecutivo. Si lo que querían decir es que ahora hacen más que lo que ellos mismos hacían antes, estoy de acuerdo aunque, a la luz de algunas de sus acciones, preferiría que hicieran menos. Y si lo que querían decir era otra cosa lo hicieron, como casi todo lo demás, mal.
Preocupante. El Ministerio de Educación de la Nación ha estado a cargo de hombres probos y prestigiosos como Oscar Ivanissevich (hombre de la medicina e importante letrista) y de Juan Llerena Amadeo (gran hacedor).
ResponderEliminarSiguiendo ese ejemplo, creo que en la CABA deberían ser más cuidadosos.
Saludos
Me hiciste reír mucho !!
ResponderEliminarbuenísimo Diego! realmente las autoridades de la ciudad son un fracaso completo. Ojalá en la próxima elección nos los podamos sacar de encima.
ResponderEliminarLuisina
En cualquier caso, mi ministro de educación favorito fue, es y será el Cabo 1º Anastasio López
ResponderEliminar¡QUÉ SUERTE QUE VIVO EN LA PATAGONIA,PERO QUE MIEDO ME DA EL 2011!
ResponderEliminarEl Cabo Anastasio López hoy sería rechazado por garantista y por creer en el papel del Estado en relación con la cultura y la educación. Esas, las de la invención de Les Luthiers, eran épocas en que los brutos trataban de disimular; en que aun los incultos consideraban que la cultura era un bien. Las modelos decían leer a Borges y Cortázar y escuchar a Mozart y Vivaldi. Hoy ya no es necesario. Lo del Cabo Fino Palacios, digo Anastasio López, me hace acordar a aquel viejo chiste que preguntaba la razón para que en los automóviles patrulleros hubiera siempre tres policías. La respuesta era que uno era el que sabía leer y el otro el que sabía escribir. "¿Y el otro?", se preguntaba entonces. El otro los vigila porque los intelectuales son peligrosos.
ResponderEliminarBueno, si, eso es cierto. Creo que el Cabo 1º fue miembro fundador del CEMIDA y eso sus camaradas de armas no se lo perdonaron nunca.
ResponderEliminarMuy buena la observación, Diego. Me gustó mucho.
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