"...junto al mar, el silencio posee una cualidad especial por la noche...", escribe John Banville en
El mar (Anagrama). El suyo es un mar crecido "durante toda la mañana bajo un cielo lechoso" y a sus orillas sucede lo que el narrador, un especialista en los retratos que Bonnard hizo de su mujer, recuerda como forma de olvidar –o de recordar para siempre– otro recuerdo.
El Mar de Debussy es diurno, comienza "Del alba al mediodía" y Erik Satie bromeaba diciendo que su parte preferida era "entre las 10 y media y las 11 menos cuarto". Es un mar que uno imagina más bien salvaje. Charles Munch, en su versión al frente de la Sinfónica de Boston grabada por RCA en 1958 (y publicada en CD con excelente sonido), demuestra que la flexibillidad y el color, el ritmo interno, es más importante que el escrito en la partitura. Pierre Boulez, que grabó la obra dos veces, ambas con la Orquesta de Cleveland, en su ejemplar versión de 1993, publicada por Deutsche Grammophon en 1995, demuestra que el ritmo escrito en la partitura revela e ilumina el ritmo interno –y los planos y el color–. Y yo soy incapaz de elegir entre esas dos demostraciones irrefutables de cosas contrarias.
Hasta donde recuerdo, al lado del mar, no importa si es de día o de noche, la principal característica del silencio es su ausencia. En cuanto a la obra de Debussy, más allá de las versiones comnento dos particularidades. 1. el uso de los platillos son lo más cercano a la referencia literal que tiene la obra, suenan cuando la ola estalla. Es un gran precedente de la música concreta. 2. Es muy interesante la yuxtaposición de pasajes diatónicos, asociados a situaciones estáticas y los cromáticos a los "agitados". Debussy subsume el cromatismo wagneriano en una lógica más amplia.
ResponderEliminarHabría que ver qué quiere decir silencio para un irlandés. De todas maneras, por alguna razón, encuentro algo de verdadero en esa frase. El ruido del mar, con su constancia circular, termina proocando una cierta clase de silencio. Tal vez, simplemente, lo pone en escena.
ResponderEliminarLas nacionalidades del silencio. Todo un tema y no lo digo en broma. Klaus Schôning, el director del ciclo de arte radiofonico de la WDR3 de Colonia, Alemania (donde estrenaron obras Kagel, Cage, Beckett) no podía creer lo ruidosa que es Buenos Aires. En cuanto al ruido del mar, perdón por seguir siendo tan prosaico, pero es periódico, no circular: el ruido se produce con la rompiente, luego el arrastre del agua al volver, y vuelta a empezar. Si fuera continuo sería cierto lo que decís, pero no lo es, es rítmico. Hay huecos temporales de silencio, pero son hilachas.
ResponderEliminarsaludos!
m
No esperaba ser tan técnico. De todas maneras, el tecnicismo se agradece.
ResponderEliminarPero agrego: tal vez el silencio al que Banville se refiere no es del mar sino el suyo. Quizá sea nuestro propio silencio el que crece al lado del "periódico" sonido del mar. De noche.
ResponderEliminarSegún lo leído, me animo a participar con el debido respeto e interés a lo expuesto.
ResponderEliminarMe enamora sobre todas las cosas cómo por motivos misteriosos y urgentes, tanto Banville, o Debussy, (y tantos otros como W.Turner, por ej) han buscado manifestar la esencia sonora del agua (o el silencio) y su forma, encontrando las atesoradas palabras, notas, colores, planos etc. en su justa medida, analogía y relación rítmica común a tal sensación, suscitada por la relación secreta entre el fenómeno en si mismo, la contemplación vivida y las fuerzas imaginantes.
Sin duda no es lo mismo escuchar el sonido del agua de día que de noche, no puede resonar igual en nuestro cuerpo la influencia del sol que el de la luna, ni siquiera poéticamente. Ciertas culturas antiguas basadas en el razonamiento por analogía, creían que la melodía en el agua es la imagen sonora del alma, su "parte inmortal" (la mas cercana al plano acústico puro), y su "parte mortal" se trataría de la sombra (otorgada por luz del sol). La esencia no cambia, y si bien nos hemos alejado de tal forma de razonamiento y, a su vez, aunque pertenezcamos a culturas distintas, aún sucede que frente al mar "el sonido del agua canta siempre una melodía de otro mundo"... estoy de acuerdo. Quizás sea una danza monótona hacia un encuentro dramático (sensual dulce y peligroso) con el silencio, el tesoro mas preciado.
saludos,