Claro. Ahora se dieron cuenta. Cualquiera se sube al carro del sanitarismo una vez que ya todos hablan de ello. Pero había que ser visionarios para cerrar el Colón en el momento en que se lo hizo, mucho antes de la moda de las gripes y del exitismo del barbijo fácil. En ese momento, cuando los teatros abrían, había que tener la visión de futuro, la prospectiva, y un desinteresado sentido del deber para ponerle el pecho a las críticas y darse cuenta de lo que había que hacer. Señores y señoras, reconózcanlo: en el Colón no habrá contagios. Se jugarán partidos de fútbol, se irá a bailar y los adolescentes sin escuela se apiñarán en los cyber, pero la señera casa de la ópera no será, gracias al patriotismo y sabiduría de los gobernantes de la ciudad, un foco de transmisión viral. Y por si faltara un dato acerca del compromiso de nuestros mandatarios con la salud, allí están los antiguos régisseurs y directores de coro, cantantes y musicógrafos, ocupando su puesto junto al cañón del Ministerio de Salud. Gracias.
He’s Making a List, and Checking It Twice
Hace 8 horas
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