No mucho para decir. Mucho, sí, para escuchar. Matices, como casi nadie casi nunca. Un melodismo de extrema delicadeza. Un fraseo siempre al servicio de las ideas. Interacción. "Turnaround" y "Lonely Woman". Ornette Coleman, tal vez el único -¿el último?- creador de lenguajes aún vivo. Su cuerpo, frágil y habitado por la música. Y yo, que en general me aburro, que tiendo a dormirme y que digo -es posible que sin razón- que no hay concierto que pueda mejorar la escucha privada de un disco, feliz, inmensamente feliz por haber estado allí.
viernes, 8 de mayo de 2009
Armonolódicamente tuyo
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Publicado por
diego fischerman
en
19:35
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