"Inspiración" fue compuesto en 1928 por Peregrino Paulos (h) y Luis Rubinstein. En 1943 lo grabó la orquesta de Aníbal Troilo por primera vez –volvería a hacerlo en 1951 (para el sello TK) y en 1957 (para Odeón)– y el dato inaugura una mitología: fue la primera vez que ese conjunto registró un arreglo firmado por Piazzolla, quien, por otra parte, grabaría su propia versión al frente de su orquesta, en 1947. Esas diferentes miradas sobre un mismo objeto ya alcanzarían para poner en entredicho la naturaleza del "arreglo" en las músicas de tradición popular; eso que ya desde su denominación hace pensar en lo externo: en el embellecimento superficial de algo ya completo en su esencia. La mona aunque se vista de seda mona queda, se dice, y es que arreglarse, a lo sumo, sirve para disimular defectos y ensalzar virtudes pero, jamás, para trocar los unos por las otras. Pero es una tercera orquestación, la que grabó Osvaldo Pugliese en 1962 y se incluyó en el disco
A mis amigos, de 1965, la que termina volando la palabra "arreglo" en pedazos. Las tensiones entre una melodía lírica y el terremoto que se insinúa por debajo –el mismo concepto de tensión, en realidad–, la sofisticación de los matices, la reexposición del tema, donde las cuerdas quedan solas, los bandoneones usados en su registro grave y utilizados en una función asimilable a los "brass" de las big bands, la delicadeza y perfección de las pequeñas frases que Pugliese intercala, la compleja dialéctica entre composición e interpretación que aparece puesta en juego, construyen ni más ni menos que una nueva obra, donde nada es mera decoración (arreglo). El viejo tango de 1928, en todo caso, como fondo contra el que se recorta la figura de esa "versión" convertida en "obra". "Inspiración", por Pugliese –es decir por una orquesta que contaba en sus filas a Emilio Balcarce (casi seguramente el responsable de la
re composición) Osvaldo Ruggiero, Víctor Lavallén y Julián Plaza, entre otros– es una de las cumbres del tango. Allí, todo aquello que no sólo forma parte sino que hace que el género sea lo que es, aparece llevado a un nivel de estilización asombroso. Y es una estilización que, gracias a la manera en que la orquesta toca, jamás pierde fuerza y naturalidad.
A mis amigos formó parte de la reedición, por parte del sello Universal, de los discos de Pugliese para Philips, en los sesenta y comienzos de los setenta, con sus portadas originales (aunque con peor sonido que una versión anterior, llamada
Antología aunque no lo era y también incluía todo). Esta nueva colección se publicó hace cuatro años e incluye, además de
A mis amigos,
Soy bien porteño (1963),
El gran Osvaldo Pugliese (1965),
El tango se llama Osvaldo Pugliese (1966),
Caminito (1967),
Tangueando (1968),
La biandunga (1969),
Sentimental y Canyengue (1970) y
El maestro, inédito (2005). Pero hay un problema (siempre los hay): la serie ya fue descatalogada. Es decir que los discos están agotados (lo que significa que se vendieron) y no fueron fabricados nuevamente. Quedan, aquí y allá –sobre todo en distintas sucursales de Yenny-El Ateneo– algunos volúmenes y teniendo el tiempo, la paciencia y las monedas para el colectivo necesarias como para recorrer varias, se puede obtener toda la colección. Vale la pena
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